Claro, lo digo por la selección nacional (me niego a usar la frasecita en su contexto políticamente correcto, ese “Me dueles, México” tan cursi, lloriqueante, hipocritón y comodino que infesta a las redes sociales). Pues sí, me dueles seleccionado mexicano de futbol, porque después de la noche triste en Costa Rica no hay manera de paliar la tristeza que la causaste a millones de mexicanos, esos mexicanos de todas las clase sociales que suelen ser tildados de ignorantes, enajenados, zafios, inconscientes, indiferentes, tibios, incultos, manipulados, comprados y otros epítetos que reciben por el solo hecho de que les gusta y apasiona (de que nos gusta y apasiona) el fut.
Pero bueno, en realidad no es de la infausta selección que quiero escribir. Mis sentimientos y mis afectos personales me llevan a hablar de lo que sucedió este jueves, al filo de las diez de la noche, en la pantalla de Milenio Televisión. Me refiero, claro, a la despedida de Ciro Gómez Leyva no sólo de su noticiario de las diez de la noche, sino de las riendas de la propia televisora.
Conozco a Ciro desde hace quince años (cuando empecé a colaborar en Milenio Semanal, en 1998, y las oficinas estaban en una casa de Polanco) y lo considero un gran amigo. No tengo más que agradecimiento hacia su persona, siempre afable y generosa para con este escribidor. Pero si como amigo lamento que se vaya, como televidente lo lamento todavía más. No me imagino las noches de lunes a jueves sin su presencia en mi televisor. Como a todos, la mala nueva de su partida me sorprende y me deja estupefacto. Respeto su decisión, por supuesto, aun sin conocer sus razones. Pero siento que ya desde ahora algo me falta. Lo buscaré en la pantalla de Telefórmula por las tardes y lo buscaré personalmente para darle un abrazo y platicar de rock, como varias veces lo hemos hecho. Sé que el amigo sigue ahí, pero sé también que el singular conductor de las noches ya no estará. Ni hablar. Como él mismo dijo: son ciclos que se terminan (aunque este duró tan sólo cinco años).
Un gran abrazo, querido Ciro (y que esta tarde gane tu Cruz Azul).
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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