A pesar de su aparente bajo perfil con respecto a sus dos antecesores, a mi modo de ver es este el mejor disco de la gran tetralogía stone y, por ende -para mí-, el mejor álbum en la historia del grupo. Cierto que no contiene piezas tan impresionantes como “Sympathy for the Devil” o “You Can't Always Get What You”, pero posee una mayor uniformidad cualitativa en el nivel de las canciones, todas ellas excelentes.
Obra marcada por el tema de las drogas –no hay composición que no hable de ellas o al menos haga alguna referencia al respecto-, Sticky Fingers (1971) termina tal como empieza: sin dar tregua, ya sea en los cortes rítmicos o en los más pausados. La intensidad campea de principio a fin y no da pausa alguna. Desde la inicial “Brown Sugar” -con su sonido grasoso y espeso, su riff irresistible y su letra llena de ironía sexista- hasta la concluyente y bellísima “Moonlight Mile” –con su épica elegancia y su misterioso sonido “oriental”-, el disco va por diferentes pasajes que lo mismo recorren la nostalgia folk en la maravillosa “Wild Horses” que la sensualidad desafiante en la candente “Can’t You Hear Me Knocking” (con su cachonda coda instrumental de influencia santanesca), la brutal misoginia en la irresistible “Bitch” que el blues más sentido en la profunda “I Got The Blues”, la terrible historia de adicción en la escalofriante “Sister Morphine” que la casi cándida alegría country en la festiva “Dead Flowers”.
Con Sticky Fingers, los Rolling Stones alcanzaron su punto más alto. Nunca sonaron tan consistentes, tan sólidos, tan compenetrados.
Y por si fuera poco, el arte de la funda (debido a Andy Warhol) correspondió a la calidad de la grabación.
1 comentario:
La canciòn de Bitch de ese disco.
, me encanta.
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