Leí por ahí que en México el rock no sucumbió, sino que se cumbió y hay mucho de cierto en ese juego de palabras. Por desgracia, no sólo se cumbió, sino que se agruperó, se aboleró, se bandeó, se amariachió y hasta se reguetoneó.
El rock no existe en estado puro y es un género que admite cualquier tipo de fusiones, argumentan muchos. Es cierto y estoy de acuerdo con ello. El problema es cuando confundimos fusión con promiscuidad y abaratamiento. No es lo mismo mezclar con sabiduría y talento, por ejemplo, la música afroantillana con el rock (como supo hacer Carlos Santana a fines de los años sesenta) que disfrazarse de roqueros darquis y tocar una cumbia tal cual (como ocurrió en México a finales de los ochenta).
¿Es fusión lo que hace hoy un grupo como Enjambre? No: es música grupera y baladera tocada por músicos que adoptan apariencia y poses de roqueros. ¿Es fusión que algunas luminarias (es un decir) del rockcito graben un disco con Los Ángeles Azules? No: es cumbia cantada por dudosos roqueros.
Fusionar es una palabra mayor. George Harrison supo hacerlo con la música de La India, Paul Simon con la música sudafricana y Police o The Clash con el reggae.
El problema en México ha sido ese: que muy pocos saben fusionar otros géneros con el rock. La Barranca lo hizo muy bien con el danzón y San Pascualito Rey lo ha hecho medianamente bien con el bolero. De la misma manera, Jaime López y Betsy Pecanins realizaron muy interesantes experimentos entre el blues y la música ranchera.
Lamentablemente, se trata de excepciones y por eso hoy escuchamos a muchos solistas y grupos nacionales que tocan como émulos de baladistas españoles y sudamericanos de los años ochenta, tipo José Luis Perales, Camilo Sexto o Palito Ortega. Para no hablar de la nueva tendencia “andina” de Café Tacuba o Natalia Lafourcade, más inspirada en la Tigresa del Oriente que en, digamos, Chabuca Granda, quien era estupenda en lo suyo, pero nada tenía que ver con el rock.
¿Entonces esto ya sucumbió, ya se cumbió? Veremos.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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