miércoles, 15 de noviembre de 2017

Las chicas y la era de Aquarius

1969 fue un año muy importante para la historia de Occidente. No sólo por la llegada del hombre a la Luna, la inauguración del metro en la Ciudad de México, la muerte del rollingstone Brian Jones, la celebración del festival de Woodstock o el retorno a los escenarios de Elvis Presley, en Las Vegas, después de una década de ausencia en los mismos.
  Fue importante también para el cine (es el año de grandes películas como Midnight Cowboy de John Schlesinger, Easy Rider de Dennis Hopper, La pandilla salvaje de Sam Peckinpah, La vía láctea de Luis Buñuel, Mi noche con Maud de Eric Rohmer, Z de Costa Gavras, Topaz de Alfred Hitchcock, They Shoot Horses, Don’t They? de Sydney Pollac, Butch Cassidy and the Sundance Kid de George Roy Hill, Satyricon de Federico Fellini y el debut cinematográfico de Woody Allen con Take the Money and Run) y la música (es el año de grandes discos como Abbey Road de los Beatles, Let It Bleed de los Rolling Stones, Nashville Skyline de Bob Dylan, Space Oddity de David Bowie, Barabajagal de Donovan, In the Court of the Crimson King de King Crimson, From Genesis to Revelation de Genesis, Bayou Country de Creedence Clearwater Revival, The Family That Plays Together de Spirit, Ummagumma de Pink Floyd, Stand Up de Jethro Tull, Santana de Carlos Santana, Crosby, Stills & Nash del trío homónimo y los dos primeros álbumes de Led Zeppelin).
  Pero 1969 fue también el año en que terminó el sueño  –para usar las palabras de John Lennon en su canción “God” de 1970. El sueño de la llamada contracultura y del quimérico movimiento hippie de la paz, el amor y el flower power. Ese año, el mismo de Woodstock y su reunión de medio millón de personas para escuchar música y convivir en completa tranquilidad y armonía, fue también el del festival de Altamont, en California, donde reinó la violencia y los temibles Hell Angels (contratados para resguardar la seguridad de los miles de asistentes) mataron a golpes y cuchilladas a un espectador de origen afroamericano; fue, asimismo, el año en que sucedió uno de los hechos más terribles en la historia del crimen: el de los asesinatos de la actriz Sharon Tate y un grupo de amigos suyos a manos de la secta del siniestro Charles Manson.
  De eso trata la estupenda novela Las chicas (Anagrama, 2017) de la joven escritora estadounidense Emma Cline (Sonoma, California, 1989). Si bien su título podría prestarse a confusiones e incluso confundirse con Girls, la magnífica serie de HBO, en realidad el libro se relaciona mucho más con la serie Aquarius, de Netflix. Tanto ésta como el libro se refieren al mismo tema (la mencionada secta de Manson), aunque con tratamientos muy distintos. Pero enfoquémonos en el libro.
  La novela de Cline narra esa malhadada historia, sucedida en agosto de 1969, y la enfoca desde el punto de vista de una de las adolescentes involucradas en la secta, si bien de manera más bien pasiva y tangencial. Cuando menos, Evie, la narradora, aunque está a punto de hacerlo, no participa finalmente en los crímenes y se entera de ellos días más tarde. Cline evita describir cómo sucedieron los crueles asesinatos y se centra más en la visión alejada y periférica de su personaje principal. En ese sentido, no se trata de un relato sangriento y su mayor mérito estriba en la manera como nos sumerge en el ambiente que reinaba al interior de la secta.
  Con un estilo claro y ameno, la autora nos cuenta los acontecimientos desde dos perspectivas, ambas femeninas: la de Evie ya adulta, quien muchos años después recuerda con introspección aquella pesadilla, y la de Evie quinceañera –vibrante y rebelde adolescente–, al momento de vivir los hechos, luego de conocer incidentalmente a “las chicas” de Manson (quien aquí recibe el nombre de Russell) e involucrarse con ellas de diversas maneras.
  A pesar de una traducción que abusa un tanto de los gerundios, la novela es muy buena y recomendable, pues consigue recrear con exactitud y credibilidad la atmósfera de aquellos días en los que el utópico sueño hippie de la paz y el amor se transformó en súbita y distópica violencia homicida.

Emma Cline. Las chicas (The Girls). Anagrama, 2016. 336 pp.

(Publicado el día de ayer en el sitio Sugar & Spice)

No hay comentarios.: