jueves, 23 de noviembre de 2017

Stranger Things y la resurrección de Winona Ryder

Quizás una de las más extrañas cosas que ha significado el fenómeno mediático que es la serie de Netflix Stranger Things, en sus dos temporadas, sea el rescate de esa actriz, por mucho tiempo muerta en vida, que es la talentosa Winona Ryder. Y aun cuando la serie no trata acerca de zombies, sino de un terror más cósmico y lovecraftiano, esta resurrección de quien en los noventa fue una de las más admiradas, singulares y fascinantes estrellas de Hollywood es algo que debe agradecerse.
  Como es sabido, en 2001 la célebre protagonista adolescente de películas icónicas como Beetlejuice (1988, de Tim Burton), Heathers (1988, de Michael Lehmann), Great Balls of Fire! (1989, de Jim McBride), Mermaids (1990, de Richard Benjamin), Night on Earth (1991, de Jim Jarmuch), Bram Stoker’s Dracula (1992, de Francis Ford Coppola), The Age of Innocence (1993, de Martin Scorsese) o Reality Bites (1994, de Ben Stiller), entre muchas otras, fue arrestada por robo, al tratar de extraer sin pagar ropa de diseñador en una afamada tienda de Beverly Hills. Aunque en esos años todavía no existían los linchamientos virtuales (aún no había redes sociales), el escándalo en los medios tradicionales fue tal que prácticamente significó, a sus escasos 30 años de edad, el fin de la carrera actoral de la bella y menuda mujer. Cuando menos eso se pensó en ese entonces. Sentenciada a tres años de libertad condicional, 480 horas de servicios comunitarios, 3700 dólares de multa, 6355 dólares de lo robado y con la orden de que acudiera a un tratamiento psicológico, los cargos le fueron levantados en 2004 y reducidos a delitos menores.
  Pero recuperar todo lo que había perdido, volver a ser la de antes, aquella rutilante actriz tan llena de chispa y peculiar belleza, habría de resultar una labor ardua, casi un imposible.
  Intentos hizo muchos, pero ninguno resultaba suficiente. La también intérprete en Alien Resurrection (1997, de Jean-Pierre Jeunet), Celebrity (1998, de Woody Allen), Girl, Interrumped (1999, de James Mangold) y Zoolander (2001, de Ben Stiller), a partir de su infortunado incidente con la justicia trabajo en varias cintas, pero ninguna le devolvió su antigua fama y, sobre todo, su buena imagen, a pesar de su participación en filmes como Black Swan (2010, de Darren Aronofsky) o Frankenweenie (2012, de Tim Burton, en la que prestó su voz al personaje de Elsa Van Helsing).
  Impensadamente, sería la televisión la que la sacaría del pantano y en qué forma lo hizo. Primero, al participar en 2015 con un papel pequeño pero importante en la miniserie de HBO Show Me a Hero de David Simon, el mismo showrunner de The Wire y The Deuce.
  Ello le valió para ser llamada por los hermanos Matt y Ross Duffer para realizar el papel de Joyce Byers, una madre divorciada que sufre la desaparición (en la primera temporada) y la posesión (en la segunda) del menor de sus dos hijos, en manos de una fuerza tan poderosa como horripilante que parece surgida de la literatura de H.P. Lovecraft.
  Esta madre, en apariencia frágil e insegura, se torna en un huracán de decisión y fuerza de voluntad para luchar contra esa y otras fuerzas que tratan de destruir a su familia. Winona Ryder saca lo mejor de sí como actriz para dar vida a este personaje tan delirante como entrañable, un personaje que le ha significado el reconocimiento de la crítica especializada, pero sobre todo de los seguidores de Stranger Things y de aquel público que la idolatró a lo largo de una década, la última del siglo pasado, como una diva de culto absoluto.
  Lo paradójico de Winona al interpretar a Joyce es que la Ryder jamás ha tenido hijos y para dar credibilidad a esta progenitora en su desesperada pelea por recobrar a su vástago, pidió un consejo crucial a su propia madre al preguntarle: “Mamá, si toda la lógica indica que perdiste un hijo y que es prácticamente imposible recuperarlo, ¿aún así te rehusarías a creerlo?”. La respuesta materna fue: “Absolutamente”. Esa fue la clave para que Winona Ryder se convirtiera en Joyce Byers y nos convenciera de su autenticidad.

(Publicado el día de hoy en el sitio Sugar & Spice)

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