miércoles, 29 de noviembre de 2017

Futbol femenil: con Dalila a las patadas


Soy aficionado al futbol desde que tengo uso de razón. A mis cuatro o cinco años de edad, mi padre empezó a llevarme al estadio de Ciudad Universitaria cada jueves y domingo (en aquella época, 1959 o 1960, aún no existía el Azteca). Así lo hizo durante varios años. Mi papá le iba al Necaxa, pero mi primer equipo favorito (y lo sigue siendo más de medio siglo después) es el de los Pumas de la UNAM, el cual me enamoró desde que subió a la primera división, en 1962.
  También practiqué el fut en la primaria y la secundaria e incluso estuve en una liga de balompié amateur a principios de los años setenta. Don Bosco se llamaba mi equipo. Yo era el capitán y portaba el número 11 en mi camiseta.
  En aquellos tiempos, este deporte era esencialmente varonil y no recuerdo haber visto a mujer alguna que lo practicara. Vamos, ni siquiera que le gustara. Era un coto cerrado, orgullosamente machista. Y sin embargo, el futbol femenil ya existía en otras partes del mundo, desde muchas décadas atrás.

British Ladies
Según los historiadores, el primer partido de football entre dos equipos femeninos tuvo lugar en la ciudad de Londres, el 23 de marzo de 1895. El British Ladies F.C. derrotó al cuadro representativo del sur de la capital británica. El juego de las patadas cobraría auge entre las mujeres, hasta que en la segunda década del siglo XX fue prohibido por la moralina oficial y el conservadurismo social que no veía con buenos ojos que unas señoritas practicaran aquella ruda actividad “impropia” para ellas.
  Tendría que pasar casi medio siglo para que la Federación Internacional de Futbol Asociación, la FIFA, reconociera al futbol femenil y ello fue sólo después de que se celebraron dos campeonatos mundiales sin su aprobación oficial. Uno de esos torneos, el segundo, se llevó a cabo en México en 1971 y tuvo un éxito inaudito, quizá porque el año anterior se había celebrado en nuestro país el Mundial de 1970.
  Recuerdo bien aquel Mundial femenino, porque se celebró en varios estadios y porque los juegos fueron transmitidos por televisión. La selección mexicana era muy buena, con dos jugadoras notables: la “Peque” Rubio y la “Pelé” Vargas. Esta última toda una crack.
  México llegó a la final contra Dinamarca, después de vencer a las guapas italianas. Sin embargo, las poderosas danesas eran demasiado buenas y se coronaron campeonas. al golear por 3 a 0 al combinado nacional ante un Estadio Azteca lleno de público entusiasta.
  Parecía que el futbol femenil se desarrollaría en nuestro país a partir de entonces, pero sucedió todo lo contrario y prácticamente desapareció durante muchos años, al menos a nivel de medios de comunicación.
  La selección mexicana volvería a surgir hasta 1998, con el equipo entrenado a partir de entonces y por largos años por el ex futbolista Leonardo Cuéllar, con el que tuvo varios éxitos y varios fracasos internacionales. Pero las de verde ya no suscitaban el entusiasmo de sus similares de 1971. No eran una potencia y no podían oponer demasiada resistencia a grandes selecciones de mujeres como las de Brasil, Alemania, Suecia, Japón y, sobre todo, los Estados Unidos, donde el futbol femenil ha logrado un gran arraigo, con muchas ligas universitarias y con estrellas como la gran Mia Hamm.

La primera liga mexicana
De pronto, este año, como surgida de la nada, vio la luz una idea entre algunos dirigentes de la Federación Mexicana de Futbol para que hubiese una liga femenil profesional, con equipos de mujeres que fuesen sucursales de los 18 equipos de la liga de varones. El primer torneo acaba de concluir y, para gran sorpresa de todos, logró un éxito inusitado.
  No todos los equipos de la primera división presentaron cuadros para este primer campeonato. De hecho, sólo doce lo hicieron: Pachuca, Monterrey, Tigres, America, Universidad, Toluca, Tijuana, Necaxa, Santos, Cruz Azul, Morelia y Guadalajara. Los otros seis pidieron un poco más de tiempo para integrarse. Cada club se comprometió a respaldar a un equipo de al menos 21 mujeres futbolistas, todas ellas mexicanas, cuatro con edad máxima de 17 años y el resto de menos de 23, con dos opciones de categoría libre. Los resultados han sido espectaculares, con magníficas entradas en los estadios y un gran seguimiento de los medios impresos y electrónicos, en especial del canal Fox Sports.
  ¿A qué se debió tanto éxito? Hay varios factores que debemos considerar, en especial el entusiasmo con que juegan estas jóvenes, la entrega incondicional a sus colores, la manera abierta como buscan los goles sin que ello signifique que descuiden la defensiva, el hecho de que no hay malicia ni malas mañas en ellas, mucho menos juego sucio o malintencionado. Son como agua refrescante para un futbol que se ha anquilosado (este año, la famosa liguilla del futbol nacional ha registrado malas entradas en las tribunas) y se ha vuelto lento y falto de intensidad, para no hablar del exceso de jugadores extranjeros y de las escasas oportunidades a los futbolistas de fuerzas básicas.
  La final entre Chivas y Pachuca –que ganaron las primeras– fue un encuentro emotivo, emocionante, divertido e inolvidable. Un magnífico inicio para una liga que promete mucho, pero que todavía requiere de múltiples reformas, sobre todo en lo referente a los sueldos de las jugadoras. Tres mil pesos mensuales, cuando muchas de ellas estudian o viven fuera de sus lugares de origen, parece un insulto. Si lo que se quiere en verdad es una liga profesional que genere público y garantice espectáculo, deberá ser mejor pagada. Se trata de una inversión a mediano plazo que tiene todas las perspectivas de resultar más que redituable en lo económico y lo deportivo.
  Por lo pronto, se ha dado un espléndido primer paso.

(Texto que escribí para el sitio Sugar & Spice y que fue publicado el día de hoy)

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