Dijo Andrés Manuel López Obrador, durante un mitin “de agradecimiento” en Tepic, Nayarit, que no podrá cumplir con varias de sus promesas de campaña porque va a recibir “un país en bancarrota”.
La declaración suena más a pretexto que a realidad, porque económica y financieramente el país está muy lejos –lejísimos, diría yo– de la bancarrota. Cierto que el gobierno de Enrique Peña Nieto, al mejor estilo priista, volvió a endeudar a México, algo que habían evitado las dos administraciones panistas que lo antecedieron, pero no lo hizo de manera alarmante y mucho menos nos acercó a esa bancarrota manida por el presidente electo.
Lo que sucede más bien es que López Obrador se ha topado con la realidad y sabe (si no es que ya lo sabía) que sus cuentas alegres durante los meses de campaña son imposibles de cumplir, incluso si el país viviera una relativa bonanza. ¿De dónde saldrían los dineros para doblar las pensiones a los ancianos, contratar ninis o darle carrera universitaria a todos los jóvenes que lo soliciten? ¿De dónde sacar los fondos para construir seis refinerías y el famoso trenecito maya? La terca realidad siempre se impone y es claro que, en este caso, el prometer sí empobrece.
El problema será la reacción de los millones de votantes que, esperanzados, le dieron el triunfo en las elecciones de julio. ¿Cuánto durará la luna de miel entre ellos y su carismático líder? ¿Hasta qué punto le tendrán paciencia y comprensión? Algunos dicen que el romance durará un par de años y que si las promesas siguen sin cumplirse, la enorme popularidad del Peje comenzará a revertirse. Ya veremos.
Un país en bancarrota ética y cívica, sí. Un país polarizado que amenaza con polarizarse más a partir del 1 de diciembre, también. Esa bancarrota moral sí existe y quizá sea más grave que la inexistente quiebra económica.
Esperemos que los morenos que hoy lo controlan todo no sean quienes realmente nos lleven a la bancarrota. Y sí, en este caso me refiero a la bancarrota financiera y económica. Hay motivos para temer que semejante cosa suceda. Muchos.
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