Como siempre, Interpol divide opiniones. Con su flamante álbum, Marauder (Matador, 2018), el cuarteto liderado por Paul Banks ha causado nuevas controversias, pues mientras algunos reseñistas lo consideran una obra de gran nivel, otros –como el afamado videocrítico Anthony Fontana– se muestran abiertamente decepcionados por la nueva producción. Es posible que la realidad se encuentre, como casi siempre, en el justo medio.
Al escuchar Marauder, sexto opus de Interpol, lo primero que resalta es que el sonido del grupo neoyorquino es el mismo de siempre. Su estilo oscuro, frío, tenso, seco no varía con respecto a sus álbumes anteriores. Sin embargo, se nota un cambio sutil en la manera de acometer su música con lo que podríamos llamar una mayor energía rocanrolera. Esto quizá se deba a que mientras estaban grabando el disco, al mismo tiempo se encontraban realizando la gira conmemorativa de los quince años de su álbum debut, el mítico Turn on the Bright Lights (2002). Algo debió influir el espectro de ese trabajo en el nuevo plato y ello se nota en las canciones del mismo.
También fue determinante la elección como productor de Dave Friedman (que ha trabajado con Mercury Rev y los Flaming Lips, entre otros), quien a primera vista parecería poco afín a Interpol, Marauder ganó en autenticidad, crudeza y hasta cierta paradójica y catártica frescura, debido a que Friedman hizo que el grupo grabara de un modo más orgánico y menos digital, trabajando directamente en cintas. El resultado se nota al escucharlo y aunque eso es precisamente lo que algunos le critican, al considerarlo casi una traición al sonido característico del cuarteto, a mi modo de ver es una virtud y una forma distinta de ofrecer sus composiciones, sin dejar de sonar a lo que siempre ha sido Interpol.
Entre los cortes a destacar del disco, me inclino por temas como “If You Really Love Nothing”, “The Rover”, “Stay in Touch”, “It Probably Matters” y “Number 10”, los cuales demuestran que la agrupación no se ha dormido en los laureles de la autocomplacencia y, por el contrario, conserva el afán por la aventura.
(Publicado el día de hoy en el sitio Colibrí Magenta que dirige Trilce Acosta)
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