Hablaba en mi anterior columna acerca del despido de cerca de 200 empleados y colaboradores de Milenio Diario, así como de la similar situación que se vive en otros medios de comunicación, y al final del texto me preguntaba si hay algún trasfondo político en todo ello. Prometí comentar el tema y a eso me aboco en las siguientes líneas.
¿Que si existe un trasfondo político en los despidos masivos de gente de prensa? La respuesta es sí y no. Porque no existe de manera directa. Al contrario de lo que se denunció en 2006, cuando al parecer existía una lista negra de periodistas y columnistas que tendrían que ser echados de sus respectivos diarios o revistas en cuanto Andrés Manuel López Obrador ganara las elecciones de ese año (algo que, como sabemos, no sucedió), en este 2018 no hay evidencia de que haya lista alguna. Al menos nadie la ha mencionado, como sí se hizo hace doce años. Si gente como Roger Bartra o José Woldenberg, por ejemplo, fueron cesados de Reforma, nadie podría asegurar que fuese por órdenes del líder de Morena y presidente electo de México. Lo mismo en los casos de Milenio y de otros periódicos.
No obstante, el contexto político general sí determinó los ceses y recortes de hace poco menos de un mes. La presunción de que el próximo gobierno cortará en un 50 por ciento los recursos para publicidad en los medios hizo que sus dueños de los mismos entraran en pánico. Su dependencia de los dineros gubernamentales ha sido tal que no se sintieron capaces de compensarlos con la publicidad privada y la medida más sencilla que encontraron fue la de emplear las tijeras y recortar a medio mundo. No se les ocurrió ofrecer un mejor producto y un periodismo de mayor calidad y se fueron por el fácil expediente de reducir los gastos y sacrificar a su gente, sin importar los años que ésta llevara dedicada en cuerpo y alma a su labor periodística.
Por ese lado, es claro que el entorno político influyó en la decisión y que los medios prefirieron autocensurarse y ahorrarse unos pesos, antes que buscar ingresos por otros caminos. Muchos nos quedamos sin trabajo y empezaremos de ese modo el sexenio obradorista. Ojalá que al tomar AMLO posesión, la libertad de expresión no se vea coartada y los periodistas que lograron mantener la chamba no sean recortados también.
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