Emma en plenitud, antes de que la tiraran de su lugar. |
Pero ella fue creciendo hasta alcanzar un tamaño y una belleza notables. D y yo terminamos nuestra relación de tres años en octubre de 2011, pero ella se quedó conmigo. La bauticé como Emma Bovary y la seguí cuidando. Un día la cambié de lugar y la puse encima del librero que estaba a la entrada del apartamento. Me hacía feliz verla tan fresca, verde y lozana. Era una enredadera hermosa. Pero entonces otra mujer, la señora de la limpieza, algo hizo (imagino que al limpiar el librero la tiró) y la rompió de su rama más frondosa. Nunca se recuperó del golpe. Emma no quiso crecer más y, por el contrario, se fue contrayendo y muriendo poco a poco. Fue una agonía de meses. Traté de recuperarla, pero no fue posible y finalmente se marchitó hasta morir, a principios de este año. Fue un idilio de más de siete años. Extraño a mi querida plantita, Emma Bovary.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario