Después de la aparición del impecable y extraordinario Abraxas (1970), era difícil lograr un disco con el mismo nivel de perfección. Sin embargo, Santana casi lo logró con este homónimo, al cual simplemente se le agregó el número tres romano.
Santana III (1971) es otra cumbre del grupo, apenas un poco por debajo de su antecesor y un poco arriba del álbum debut de dos años atrás. Prácticamente con la misma alineación, aunque con el añadido del talentoso guitarrista Neal Schon, de escasos diecisiete años, el combo ofrecía otra impresionante colección de temas llenos de pasión, fuego y talento artístico. Habrá que decir que en algunos temas, José “Chepito” Áreas tuvo que ser reemplazado por el percusinista Thomas Escovedo, debido a que el nicaragüense sufrió un aneurisma cerebral del que afortunada y milagrosamente salió bien librado.
Los cortes de este álbum son tan poderosos y hechizantes como los de Abraxas y desde el inicial “Batuka” nos damos cuenta de ello. El uso de dos guitarras dio un nuevo aire a la banda, pues Carlos Santana y Neal Schon se complementaban de un modo mágico y misterioso, ya que a la finura interpretativa del primero se añadía la fuerza rocanrolera del segundo, algo muy claro en la genial “No One to Depend On”. Otros cortes notables son “Toussaint l’Overture” (toda una jam session), “Everybody’s Everything”, la final “Para los rumberos” (original de Tito Puente, al igual que “Oye cómo va”) y la muy conocida y cubanísima “Guajira” (con el piano de Mario Ochoa).
Santana III es –qué duda cabe– otro álbum que no puede faltar en una colección discográfica que se respete.
(Reseña que escribí originalmente para el Especial de La Mosca en la Pared No. 42, dedicado a Carlos Santana y publicado en septiembre de 2007).
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