Dice Enrique Krauze, en un artículo publicado por el New York Times esta semana, que “quizá la mayor contribución del 68 fue a favor de la libertad de expresión”. Ese y otros logros democráticos le son atribuidos al movimiento estudiantil de hace 50 años, incluidos la democracia electoral y conquistas como los matrimonios entre personas del mismo sexo, la despenalización del aborto, etcétera.
Aunque no queda del todo claro si tales logros son o no fruto de lo que se sembró en 1968, el mito lo dicta de ese modo y muchos lo creen religiosamente. Pero así como hay creyentes sinceros y sobrevivientes honestos y consecuentes de aquel movimiento, también hay quienes se aprovechan del propio mito para sacar raja del mismo. Gente que no sólo no participó en esas luchas, sino que pertenecía al bando contrario y que hoy se monta en la memoria del 68, aprovechando la desmemoria voluntaria o involuntaria de sus feligreses.
Andrés Manuel López Obrador fue el orador principal en un mitin multitudinario, celebrado hace unos días en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, y ahí se ostentó como heredero del movimiento estudiantil, sin que alguien se molestara en señalar que el partido al cual se afilió en 1976 fue el PRI. Se dirá que ya habían pasado ocho años de la matanza de Tlatelolco, pero en 1976 había opciones de izquierda como el Partido Mexicano de los Trabajadores que presidía el ingeniero Heberto Castillo o el propio Partido Comunista Mexicano de Valentín Campa. Sin embargo, el hoy presidente electo de México prefirió al PRI de Luis Echeverría (heredero directo de Gustavo Díaz Ordaz) y de José López Portillo (su continuador).
En fin, cuestiones de congruencia y de honestidad ideológica e intelectual, honestidad que tampoco existió en quienes se ostentan como “representantes históricos” del 68 y que al develar esta semana una placa en San Lázaro, recordaron a personajes como el rector Javier Barros Sierra, Roberta Avendaño, Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, Roberto Escudero, Leobardo López, Eduardo Valle, Raúl Álvarez Garín, José Revueltas, Heberto Castillo, Fausto Trejo y Eli de Gortari, entre un total de 35 hoy ausentes. No obstante, como señalara Carlos Marín el jueves pasado, en su columna “El asalto a la razón” de Milenio Diario: “Hubo las deliberadas omisiones de líderes tan resplandecientes como Luis González de Alba y Marcelino Perelló, críticos del victimismo de los promotores de las marchas conmemorativas y de los colados tardíos que (...) enarbolan banderas ajenas y hasta opuestas al espíritu vivificante y democrático del movimiento estudiantil”.
La falsedad, la incongruencia, el sectarismo y la manipulación del 68 en tiempos de Morena.
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