Lo compré en 1969, en el puesto de periódicos que estaba en los portales del centro de Tlalpan (cuando en dichos portales no había un solo restaurante y sí algunas mueblerías y otro tipo de comercios en los que no se paraba nadie). Lo publicó la editorial Novaro y lo atesoro desde entonces. Es el ejemplar en historieta de la película El submarino amarillo, de los Beatles. Incluso me sirvió como inspiración para pintar el mural que hice con punturas Vinci en el sótano de la casa de mi gran amigo de la infancia, Alejandro González Rubín, cuando ambos teníamos 14 años.
Sé que es una joya hemerográfica y la atesoro como tal.
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