Le compré mi sala a mi amiga Yareni hace como 15 años. Mi anterior sala, muy bonita y sólida, la había comprado a principios de los noventa y ya estaba muy deteriorada. Así pues, me hice de los nuevos muebles (un sillón triple, uno individual y un love seat), muy cómodos y muy bonitos..., pero de color blanco.
A lo largo de tres lustros, esos sillones fueron testigos y protagonistas de mil aventuras de todo tipo (¡lo que no vieron!) y les tengo un muy especial cariño, además de que se conservan muy bien. Sin embargo, nunca los mandé lavar y ahora que me cambié de casa estaban realmente mugrosos. Ya eran más grises que de color claro y tenían algunas mancha de vino tinto.
Hoy todo eso cambió, cuando muy temprano vinieron dos señores a lavar la sala. Tardaron como tres horas y aunque los muebles no quedaron impecables o como nuevos, el cambio es notorio y lucen muy limpios, dignos de este cambio de vida en el que estoy inmerso.
Sala limpia y como nueva. Una buena señal.
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