En pleno periodo punk-new wave, para algunos Led Zeppelin sonaba absolutamente anticuado y demodé. Su música era considerada por más de uno como grandilocuente, exagerada, pretenciosa y vacua, como una monstruosidad que había crecido demasiado y a la que urgía poner un alto.
Por supuesto muchos otros no estaban de acuerdo, entre ellos Jimmy Page y amigos que lo habían acompañado durante más de diez largos e intensos años. Es en ese contexto un tanto adverso que apareció In Through the Out Door (Atlantic, 1979), muy posiblemente el álbum más flojo –o el menos brillante si se quiere– de la discografía ledzeppeliniana.
Sin embargo, no es ni por asomo un mal trabajo. Aunque quizá se haya recurrido en demasía al uso de sintetizadores, la mayoría de los cortes son afortunados y algunos (el inicial y poderoso “In the Evening”, el genial rocanrolito “Hot Dog” o los concluyentes “All My Love” y “I’m Gonna Crawl”) resultan excelentes. Posiblemente no se pueda decir lo mismo de temitas más bien intrascendentes como “Fool in the Rain” (del cual Maná –en serio– haría un cover espantoso, mariachi incluido), “South Bound Saurez” y “Carouselambra”.
In Through the Out Door no fue el mejor disco final para Led Zeppelin. Sus integrantes, por supuesto, no sabían al grabarlo que sería su obra póstuma. Pero la muerte absurda de John Bonham al año siguiente acabó con la leyenda y no hubo más.
(Reseña que escribí para el especial de La Mosca No. 6, dedicado a Led Zeppelin y aparecido en noviembre de 2003)
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