jueves, 3 de enero de 2019

Black Sabbath

Aunque estrictamente hablando no sea el grupo fundador del heavy metal, en términos emocionales de muchas maneras sí lo es. Black Sabbath representa el ingreso de las tendencias oscuras, ocultistas y hasta demoniacas dentro del mundo del rock, mismo que cuando el cuarteto de Birmingham, Inglaterra, apareció en escena, a finales de los años sesenta, estaba dominado por la utopía hippie y la ingenua creencia de que la paz y el amor eran la solución para todos los problemas del mundo y que muy pronto se daría el advenimiento de una nueva humanidad, hermanada por la solidaridad, la comprensión, la igualdad y toda clase de querencias afectivas. Por desgracia no sería así y la realidad, con toda su brutal franqueza, habría de destrozar aquellas ilusiones y abrir los ojos hacia un ambiente más bien ominoso, en el cual la música y las letras del Sabbath encajarían con inquietante perfección. Tony Iommi, Ozzy Osbourne, Geezer Butler y Bill Ward se convertirían en sumos sacerdotes del rock más denso y pesado que hubiera existido hasta entonces, en ministros de un culto que hoy persiste y al que genéricamente se conoce como metal. Pero la historia de Black Sabbath no es así de simple. Sus integrantes tuvieron que vivir sus propios infiernos, dominados por los excesos de todo tipo y por una serie de desavenencias que acarrearía cualquier cantidad de rompimientos y cambios en la conformación original del grupo. Y a pesar de ello, siempre se mantuvo una línea de continuidad, gracias sobre todo a la permanencia de Iommi –el único miembro del Sabbath que jamás dejó a la banda-, quien es por mucho no sólo el progenitor del proyecto sino su principal protector y arquitecto. De esta manera, a cerca de treinta y cinco años de la grabación de sus dos primeros álbumes, Black Sabbath conserva su exclusivísimo lugar como la agrupación primigenia del rock pesado; al lado de Led Zeppelin y Deep Purple, sí, pero con un mérito del cual carecieron los otros dos conjuntos: una absoluta lealtad, rayana en la devoción, a las fuerzas oscuras que engendraron al heavy metal.

(Prólogo "A manera de presentación" que escribí para el Especial de La Mosca en la Pared No. 17, dedicado a Black Sabbath y aparecido a fines de 2004)

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