Con Let’s Dance (1983 ) se inicia de algún modo el periodo más complaciente de David Bowie. A pesar de contener excelentes piezas, en general el espíritu del disco es flácido, hueco, artificioso. De pronto, Ziggy Stardust caía en las tentaciones del superestrellismo, del jetset, de la música bailable más superficial, de la actitud abiertamente vacua.
Álbum en cierto sentido neo romántico, Let’s Dance se salva porque, a pesar de todo, la calidad de Bowie está ahí, presente, sin doblegarse del todo ante el sentido pedestre de su coproductor, el discotequero Nile Rodgers.
El disco empieza muy bien con la dinámica “Modern Love”, una canción al mismo tiempo artística y comercial que lograría un gran éxito de ventas como sencillo y hasta sería utilizada para musicalizar… un anuncio de Pepsi. Otro tema interesante –escrito al alimón con Iggy Pop– es “China Girl”, el cual contiene una insólita participación del entonces muy joven guitarrista Stevie Ray Vaughan. “Let’s Dance” sigue un poco la línea de composiciones de discos anteriores como “Fame” o “Fashion”, mientras que la cinematográfica “Cat People (Putting Out Fire)” –coescrita con Giorgio Moroder– agrega un relativo ambiente ominoso a un trabajo lleno de fuegos de artificio.
Una obra discutible.
(Reseña que escribí originalmente para el Especial de La Mosca en la Pared No. 10, dedicado a David Bowie y publicado en abril de 2004)
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