Producir Earthling (1997) fue para Bowie como quitarse un enorme peso de encima. Porque si con Outside se había ido a los extremos de la pretensión, de una incontrolable complejidad y de una exagerada sobreproducción, supo rectificar a tiempo y hacer de Earthling un disco que si bien no renunciaba a trabajar con la música del momento, sí aligeraba sus sonidos y los hacía mucho más accesibles y más, digamos, terrestres.
Esto no quiere decir que haya vuelto a la superficialidad popera de la época de Let’s Dance y Tonight, sino que tomó elementos del techno y el jungle para componer su nuevo material y el resultado fue muy satisfactorio.
No se trata ciertamente de un gran disco, sobre todo porque de pronto da la impresión de que los beats del jungle fueron sobreimpuestos a canciones convencionales y eso produce un efecto de cierta artificialidad. Sin embargo, Bowie parece moverse aquí mucho más a sus anchas que en su trabajo anterior y el hecho se traduce en una gran frescura y una mayor amplitud musical que son especialmente notorias en temas como “Little Wonder”, “Seven Years in Tibet”, “Dead Man Walking”, “Telling Lies” y la controvertida “I’m Afraid of Americans”.
Un buen álbum.
(Reseña que escribí originalmente para el Especial de La Mosca en la Pared No. 10, dedicado a David Bowie y publicado en abril de 2004)
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