Quienes pensaron que con Tonight David Bowie había tocado fondo y no podría caer más bajo, no se equivocaron. Sin embargo, quienes creyeron que el músico ya no tenía remedio tuvieron un leve margen de error. Never Let Me Down (1987), aunque muy en la tónica de sus dos antecesores inmediatos, dio muestras de cierta recuperación en las capacidades creativas de Bowie. No es un gran disco, pero al menos el autor de “Spacce Oddity” lanzaba algunas señales de esperanza para sus más fieles seguidores, dobre todo los de la fructífera década de los setenta.
Muy lejos aún de obras como Ziggy Stardust, Station to Station o Low, este álbum de 1987 retornaba a los temas basados en las guitarras fuertes y las experimentaciones del art-rock que ya parecían abandonadas. Entre las composiciones a destacar se encuentran “Day-In-Day-Out”, “Glass Spider”, “Bang Bang” y el homenaje a John Lennon “Never Let Me Down”.
(Reseña que escribí originalmente para el Especial de La Mosca en la Pared No. 10, dedicado a David Bowie y publicado en abril de 2004)
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