El mundo al revés. O para mejor decirlo: el país al revés. Eso es México en estas primeras y delirantes semanas de la pomposamente llamada Cuarta Transformación.
Porque ahora que dejaron de ser oposición para convertirse en gobierno, el presidente López Obrador y los suyos nada más no encuentran la brújula y no logran asumirse como lo que son. Lejos de ponerse a gobernar y entender que deben hacerlo para todos los mexicanos, insisten en mantenerse en campaña y en continuar su lucha (es un decir) contra sus conservadores, mezquinos y canallas adversarios (Peje dixit).
Un ejemplo de este país al revés se da muy claramente en las redes sociales. Luego de que durante largos años estas fueron utilizadas hábilmente para minar a los gobiernos anteriores (y tan útiles les resultaron que en su discurso de toma de posesión el tabasqueño las calificó como benditas), ahora que muchos opositores de Morena las usan como un instrumento de crítica, resulta que los obradoristas se quejan de ellas y lloriquean ante la avalancha de cuestionamientos que reciben. Por supuesto, afirman que se trata de campañas orquestadas por la derecha y que son bots y no personas quienes los atacan.
Otro ejemplo de este enrevesamiento se ha dado luego de que el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional volvió a dar signos de vida y se declaró opuesto a los planes presidenciales en el sureste del país, en especial al famoso Tren Maya, al paso transístmico y a la construcción de refinerías. Esta postura bastó para que, de golpe y porrazo, los adictos al régimen acusaran al EZLN de ser un instrumento de la oligarquía y desacreditaran a su ídolo anterior a AMLO, el sup Marcos, hoy auto rebautizado como Galeano. ¿No les parece conmovedor el asunto?
El panorama empieza a ponerse divertido y nos espera un año lleno de circo, maroma y teatro. El que las redes ya no sean suyas y el que los neozapatistas los confronten son cosas que no estaban en el guión de la secta morenista. Su reacción ha sido histérica, pues no saben cómo manejar ambo asuntos. Y si a ello le agregamos los yerros diarios, las pésimas decisiones que se han tomado y la cada vez más evidente incapacidad que tienen para gobernar (tanta que han tenido que refugiarse en las fuerzas armadas para mantener el control si este se les va de las manos), la situación es de franca risa loca. Lo malo es que, con esa incapacidad, nos están llevando a todos entre las patas.
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