¡Por fin! Después de siete meses de nuevo gobierno, el humorismo regresa a la política mexicana y eso es de agradecer. Ya era demasiado tiempo de solemnidades, actitudes imperturbables y poses hieráticas. Qué flojera. O sea, está bien lo del Pacto por México y las reformas constitucionales, pero como que ya se estaba recayendo en la vetusta gravedad prosopopéyica del antiguo PRI y su republicanismo circunspecto y terriblemente aburrido (aunque el affaire tabasqueño del químico Granier tiene lo suyo).
Cierto que no fue del Revolucionario Institucional que surgieron los aires refrescantes de la comicidad, pero igual pega y algunos de sus personeros descubren que pueden ser menos tiesos y más relajaditos. Como don Chente Fox (¿quién más), un hombre que conoce el timing del gag perfecto mucho mejor que cualquiera de los señores y señoras que están tratando de introducir la stand up comedy en México (y que, salvo un par de excepciones, no logran quitarse el síndrome de Polo Polo y Jo-Jo-Jorge Falcón).
El buen Vicentico ha puesto la vara alta en esto de lo cómico, mágico y musical, con su declaración de que apenas se legalice la marihuana, ni tardo ni perezoso se pondrá a sembrar y cosechar motita para exportarla y, cómo no, generar buenas divisas. Si como presidente fue la cosa más delirante del mundo, como ex preciso sigue siendo igual, sólo que con ojos visionarios.
Pero lo que sí alcanzó las alturas de la genialidad fue la postulación como candidato a presidente municipal en Xalapa, Veracruz, del gato Morris, también conocido como El Candigato, un precioso minino en blanco y negro que ha puesto a temblar no sólo a sus rivales políticos, sino al mismísimo Instituto Electoral Veracruzano que ya pidió a los electores que porfis no vayan a votar por el gatuno personaje. No vaya a ser que se lleve la mayoría de los votos y en buen lío se meterían a la hora de los conteos. Con razón en medios políticos hay tanto resquemor ante las candidaturas ciudadanas, sobre todo si se abre la opción a los candigatos o los candiperros. Aunque, viéndolo bien, hace mucho que existen los candiburros.
¡Loor al gato Morris!
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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