domingo, 9 de junio de 2013

Trent Reznor y su máquina para destruir ángeles

A pesar de las décadas transcurridas, muchos culpan aún a Yoko Ono de la desaparición de los Beatles. Imbuidos por prejuicios de todo tipo, acusan a la japonesa de haberse apoderado de la voluntad de John Lennon y de haber influido en él para que decidiera separarse de sus tres compañeros y diera fin con ello a la existencia del cuarteto de Liverpool.
  Aparte de lo infundado de dichas imputaciones (la desintegración del grupo se debió a factores mucho más profundos y complicados), el racismo y la misoginia que éstas llevan implícitos hacen que se vea a Yoko como una especie de monstruo oriental malvado cuyo único fin era acabar con los Beatles.
  Algo semejante está ocurriendo ahora con Trent Reznor y, coincidentemente, la acusada es de nueva cuenta una mujer de rasgos orientales, una cantante de origen filipino que responde al nombre de Mariqueen Maandig.
  Maandig es desde hace tres años la esposa de Reznor, líder de ese grupo de culto que es Nine Inch Nails (NIN), al cual el músico nacido en Mercer, Pensilvania, en 1965, ha decidido dejar en un impasse indefinido, a fin de emprender un nuevo proyecto al lado de su mujer. How to Destroy Angels es el nombre de este trío (complementado por el multiinstrumentista Atticus Ross), al que los fanáticos más aferrados de NIN consideran blandengue, desprovisto de filo y de hecho una traición de su ídolo, quien habría sido prácticamente embelesado por esa fémina de fascinante, exótico y sensual aspecto (lo cual, a decir verdad, la diferencia en forma radical de Yoko Ono).
  ¿Tan malo es How to Destroy Angels? ¿Representa uno o varios pasos atrás en relación con NIN? A mi modo de ver, no. Creo que se trata tan sólo del deseo de Trent Reznor por iniciar nuevos caminos y hacerlo al lado de su esposa, quien fuera vocalista del grupo de pop alternativo West Indian Girl y quien le ha dado a su marido una nueva fuente de inspiración.
  Welcome Oblivion (Columbia, 2013), el primer álbum de How to Destroy Angels, es una verdadera joya de lo que algunos especialistas llaman rock post industrial (cualquier cosa que ello signifique). Lo que se escucha es el estilo que siempre ha propuesto Reznor, sólo que menos duro y salvaje, menos áspero y metalizado, dulcificado con un mayor sentido de lo armónico y lo melódico, lo cual sirve de marco perfecto para la voz sensual, misteriosa, en momentos susurrante, en momentos estruendosa, de Mariqueen Maandig.
  La música de este trío hace mayor énfasis en un downtempo con ciertas dosis de dramatismo, con instrumentaciones densas, paredes de sonido, noise electrónico y melodías que van de lo dulce a lo triste y de lo melancólico a lo sombrío. Maandig no es ciertamente una gran cantante. Su voz carece de poderío, pero suple sus deficiencias con intencionalidad, expresividad y un timbre que resulta muy placentero al oído.
  Trece son los temas que conforman, a lo largo de una hora, a Welcome Oblivion. En los mismos, Reznor explora nuevas texturas y nuevos territorios sonoros que de pronto lo acercan al trip hop de Tricky o del más filoso Massive Attack (como en la homónima “Welcome Oblivion”), de pronto le permiten arriesgarse con paisajes más bucólicos y austeros que lo aproximan a agrupaciones como Psapp o CocoRosie (como en la preciosa “Ice Age”) y de pronto lo llenan de una emoción que nos hace recordar a Peter Gabriel (como en esa maravilla que es “How Long”).
  El disco transcurre con facilidad y gracia, lo cual no significa que Reznor haya cedido a la trivialidad o se aproxime, ¡horror!, al pop. Nada de eso. Cada una de los composiciones está trabajada con esmero y no otorga concesiones. Sencillamente, el músico se ha contenido un poco, en aras de una música, sí, más accesible, pero a la vez propositiva y vanguardista.
  Como propuesta visual, en concierto How to Destroy Angels ofrece un diseño escenográfico ideado por el artista plástico Rob Sheridan. En el mismo, entre los músicos y el público se interpone una serie de telones semitransparentes en los cuales se proyectan luces y figuras cambiantes. Esto parecería alejar, mantener separado al grupo de los espectadores, pero a la vez lo acerca, al hacer que las miradas no puedan separarse de lo que se les presenta.
  How to Destroy Angels es más que un mero divertimento de Trent Reznor. Se trata de un proyecto musicalmente valioso. De cualquier modo, para quienes extrañan a NIN, en 2014 estará de regreso.

(Publicado este mes en la edición No. 426 de la revista Nexos).

1 comentario:

Antonio Martínez dijo...

Ya escuché "The Space in Between", al menos con esa canción es como juntar a Portishead con Nina Persson. Buena Recomendación Don Hugo. Saludos.