Cuando irrumpió el disco compacto, a mediados de los años ochenta, muchos poseedores de álbumes de acetato o vinil (que no vinilo, como dicen en Argentina y España) decidieron deshacerse de sus colecciones. Quienes nos negamos a hacerlo fuimos acusados de anticuados, aferrados, fetichistas y retrogradas de la peor estofa: la modernidad apuntaba al CD; atesorar y, peor aún, escuchar discos de 33 revoluciones por minuto fue mal visto a partir de ese momento. La tribu de conservadores que mantuvimos intocados nuestros amados elepés y con ellos las tornamesas para seguir oyéndolos, casi debimos ocultarnos y preferimos guardar en secreto que todavía teníamos semejantes antiguallas.
Los viniles se depreciaron. Uno podía conseguirlos por veinte o treinta pesos en el Chopo o afuera de cualquier estación del Metro y reponer la aguja del tocadiscos se convirtió en misión casi imposible.
Así pasaron los años y así llegaron el nuevo siglo y la década actual, misma que ha visto una sorprendente resurrección de los discos de acetato. Primero fueron los diyéis que empezaron a usarlos en el rap (para producir el famoso scratch) y en la música electrónica. Más tarde, sobrevino una revaloración de todo lo antiguo y muchos músicos del orbe decidieron, en plena época de la música digital, sacar sus álbumes en el antiquisimo formato. Ahí está por ejemplo Jack White, cuya disquera Third Man Records está reeditando en vinil muchas viejas grabaciones de blues y folk. Incluso en México, ya hay grupos de rock que tienden a hacer lo mismo.
Esto nos lleva a preguntarnos qué tanto ha desaparecido la cultura del álbum entre las nuevas generaciones de melómanos, en especial aquellos que gustan de escuchar canciones sueltas y al azar en sus iPods y demás adminículos digitales. Al parecer, no como muchos pronosticaban. Incluso en plataformas como Spotify o Rdio es posible escuchar miles de discos completos, tal como fueron concebidos por sus autores.
En pocas palabras: los discos que vos matasteis, gozan de cabal salud.
2 comentarios:
Desde el descubrimiento del scratch y el uso de ellos para el sampleo, la tradición del vinil en muchos países ha estado presentes desde hace años aún con pleno ascenso del CD y posteriormente los formatos virtuales, lo que si me causa cierta curiosidad es su repentino renacimiento entre la juventud.
Incluso ha resurgido una cierta especie de tribu urbana (no sé de qué otro modo describirla; probablemente sean algo muy parecido a lo que llamamos "hipsters") que gustan de poner viniles en vez de CD sólo por posar... es como el resurgimiento del mezcal, de los bigotes tupidos o de cierto aire retro en los usos, modos y costumbres de estas personitas, aunque rara vez conozcan al artista que está siendo reproducido en la tornamesa.
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