viernes, 25 de octubre de 2013

No es país para viejos (la novela)

Terminé de leer No es país para viejos, la novela de Cormac McCarthy, autor estadounidense del que tanto había escuchado hablar y que hasta ahora no había leído.
  Debo decir que el libro me pareció portentoso, con ese estilo austero y rotundo tan de la literatura norteamericana y que abreva de autores como Jack London, John Steinbeck, Ernest Hemingway, William Faulkner, Truman Capote, Dashiel Hammet, Patricia Highsmith y Raymond Chandler, entre muchos otros. Historia violenta, dura, sin concesiones, pero a la vez llena de ternura, humanismo y un admirable sentido filosófico, No Country for Old Men (2005) narra -con un estilo afilado y vertiginoso que de pronto se detiene en profundas reflexiones existenciales sobre la vida, el cambio generacional, la vejez y la muerte- la saga de un tejano humilde dedicado a la cacería, Llewelyn Moss, a quien el destino pone frente a una oportunidad siniestra: la de quedarse con un maletín lleno de miles de dólares luego de una matanza entre grupos rivales de narcotraficantes y afrontar las salvajes consecuencias de su elección.
  El entorno es asfixiante y desolador (el desierto tejano) y los personajes que lo habitan representan a una variedad de caracteres que McCarthy estudia y maneja con una admirable maestría. Desde el propio Moss y su joven e infortunada esposa Carla Jean hasta el implacable asesino a sueldo Anton Chigurh, quien hace de su profesión (por así llamarla) un verdadero apostolado en el que cuentan ciertos principios, sus principios, y está el shérif Ed Tom Bell, en algunos momentos el narrador omnisciente de la novela, y quien da su sentido humanista a la misma con sus reflexiones acerca del bien y del mal, del pasado y el presente, de los valores que se pierden, del trágico mañana que espera a su país y, por tácita añadidura, al mundo. Testigo forzado de todos los horrores que leemos -que vemos- en el libro, Bell no sabe cómo escapar de ellos y debe afrontarlos con un dudoso valor y una resignación que le pesa como plomo.
  Grandísma novela, No es país para viejos merece ser leída con todo y su tono melancólico, desesperanzado, tristísimo. Una obra maestra de la actual literatura de los Estados Unidos.

1 comentario:

DVX dijo...

Ahora hay que echarse Blood Meridian y The Road. Éste último considero que es un futuro clásico universal, ya no sólo americano.