Después de mucho tiempo, volví a la que fue la casa de mis abuelos paternos, mi entrañable y amada Quinta Guadalupe, en Tlalpan. Acudí porque la casona donde vivieron también mi padre y sus hermanos y en la que pasé innumerables días de mi infancia y mi adolescencia (durante años me quedaba a dormir ahí cada viernes y sábado, al lado de mis primos Gustavo, Martha y Marcela), porque la menciono muchas veces en la novela que acabo de escribir sobre mi abuelo Emiliano.
Quise ir con Paulina, quien ha sido parte de la novela de diversas maneras, y Gustavo (que es ahora el que vive en la casa) nos invitó. Coincidió la visita con una fiesta familiar por el cumpleaños de un sobrino nieto del propio Gus (y nieto de mi prima Martha). La pasamos de maravilla. Cominos rico. Nos recibieron muy bien y vi a parientes y casi parientes a los que tenía mucho de no ver. Fue un gran domingo.
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