Terminé de ver las tres temporadas de este violentísima serie de suspenso que, debo decir, me atrapó y me hizo verla casi de un solo golpe. Protagonizada y producida por Kevin Bacon (como el agente del FBI Ryan Hardy) y James Purefoy (como el asesino en serie y líder de una secta de fanáticos matarifes Joe Carroll), la trama presenta un caso de identificación enfermiza entre ambos personajes (los dos atormentados por su pasado) que lejos de ser la némesis el uno del otro, parecen complementarse tanto como se odian (hasta la mujer que ambos aman es la misma).
Muchas cosas suceden a lo largo de las tres temporadas y muchos personajes aparecen en ambos lados del espectro ético y moral (es decir, de los buenos y de los malos), aunque sin caer demasiado en maniqueísmos.
A pesar de la excesiva cantidad de crímenes y sangre, hay un dejo de humor negro en el programa y su ritmo narrativo no se detiene, lo cual es de agradecer.
Es claro que se pensaba en una cuarta temporada, mas al parecer ya no hubo autorización para seguirla, lo cual no deja de ser una lástima.
¿Que si la recomiendo? Sí, claro, y la pueden ver por Netflix.
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