Una breve nota, perdida en las secciones de espectáculos de algunos diarios, dio cuenta de la mala nueva: Hal Roach, uno de los grandes creadores del cine cómico mudo, falleció a los cien años de edad, debido a una complicación en los pulmones. Triste noticia sin duda, ya que Roach fue, entre muchas otras cosas, el hombre que estuvo detrás de tres leyendas cinematográficas: Harold Lloyd, Stan Laurel y Oliver Hardy.
Nacido el 14 de enero de 1892, Harold Eugene Roach ingresó al cine como extra, realizando papeles de jinete en cintas del Oeste. Intentó ser actor, pero su poca preparación dramática y su físico nada propicio lo convencieron de buscar otros caminos, concretamente los de director y productor. Entre sus primeros trabajos se encuentran varios cortos con Lloyd, todos los cuales fueron un sonado fracaso. Sin embargo, años más tarde y después de una ruptura entre ambos, el gran Harold retornó a la compañía de Roach y juntos crearon el inolvidable personaje que inmortalizó al cómico: el hombrecillo de los lentes.
Sin embargo, la mayor contribución del recientemente fallecido fue la de haber unido en feliz matrimonio artístico a Laurel y Hardy, El Gordo y El Flaco, que antes de eso trabajaban cada uno por su cuenta sin pena ni gloria. Hal Roach descubrió la genial complementaridad de Oli y Stan y con ellos produjo una enorme cantidad de cintas que nos siguen haciendo reír por su humor fresco, desenfadado y muchas veces (por fortuna) anárquico, descabellado y nihilista. Baste recordar la extraordinaria Big Business (1929), producida por Roach y dirigida por J. W. Horne, fantástica película muda cuyo título inicial rezaba:, "La historia de un hombre que puso la otra mejilla... y fue golpeado en las narices". Aquí, Laurel y Hardy tienen una pequeña discusión con el espléndido cómico James Finlayson, a quien intentan vender un árbol de navidad. La discusión degenera en riña y va creciendo en intensidad y violencia desatada conforme avanza el filme. Al final, la pareja destruye regocijantemente la casa del calvito bigotón, quien a su vez acaba con el carro de sus rivales. Una desternillante maravilla.
En su libro La Risa Loca, Paco Ignacio Taibo I menciona algunas peculiaridades de lo que llama el "estilo Roach": "Creación de héroes cómicos con características psicológicas muy definidas; un cine más calmado, en el que los momentos de tensión no vienen dados tanto por la velocidad de los acontecimientos, como por la densidad de los mismos; una mayor atención a los argumentos que están considerados como un fondo sobre el cual se instalan los gags que le darán vida. Hay (aquí) una curiosa carga de elementos que, usados de forma razonable, desembocan en la irracionalidad más absoluta.
El estilo de Hal Roach se contraponía notoriamente al de ese otro genio que fue Mack Sennett, quien se distinguía por su forma lineal, frenética, en ocasiones caótica y siempre basada en locas persecuciones (cómo no recordar a los maravillosos Keystone Cops). Ambos fueron enormes creadores, feroces competidores, pero a final de cuentas verdaderos caballeros. Porque como lo dijo el propio Sennett: "Usted, Roach, es mi único rival".
Hal Roach se ha ido con un siglo de vida sobre sus espaldas. El lugar común nos obligaría a escribir que, sin embargo, su obra perdurará por siempre. Y sí: ésa es la verdad.
(Publicado el jueves 5 de noviembre de 1992 en mi columna "Bajo presupuesto" de la sección cultural de El Financiero)
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