lunes, 13 de febrero de 2017

Con el ingeniero Cárdenas

A raíz de mi columna "Cámara húngara" del sábado pasado en Milenio ("Anímese, ingeniero"), el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas tuvo la amabilidad de invitarme a su casa y hoy nos vimos por la tardenoche. Habíamos hablado un par de veces por teléfono hace algún tiempo, pero no nos conocíamos en persona. No contaré por ahora los pormenores de lo que platicamos, pero puedo decir que tanto él como su esposa Celeste y su hija Camila me recibieron y me trataron magníficamente. Amables, afectuosos, sencillos, fue una visita la mar de agradable. Si ya tenía una buena impresión del ingeniero, ahora esta se hizo mayor.
  Le regalé y le dediqué mi novela Emiliano y el tuvo a bien regalarme y dedicarme su reciente libro Cárdenas por Cárdenas. Fue una tardenoche espléndida con un detalle final de su parte que le agradezcó sobremanera. Políticos como él ya no hay (sólo lo compararía con Heberto Castillo, otro ingeniero y buen amigo de Cuauhtémoc). Ojalá de veras se anime.

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