“–¿Qué es nuestra historia, amigo Leyva? ¿Qué es sino una larga sucesión de crímenes, de violencia, de traiciones, de corrupción, de ambiciones egoístas, de tiranías y luchas fratricidas? Desde la época de la conquista hasta el crimen de Tlaxcalantongo.
No supe qué responder y él siguió con su discurso.
–¿Cuál es la diferencia entre Obregón y Nuño de Guzmán, entre Pablo González y Calleja, entre la sabandija del coronel Herrero y los asesinos de Melchor Ocampo? No hemos evolucionado un ápice. Se diría más bien que vamos hacia atrás y que lo que nos espera no es precisamente una época de paz y prosperidad, como lo deseaba Venustiano. Los militares tienen otra vez el poder y no veo de qué manera podríamos evitarlo. Yo al menos no puedo.
–Bueno…, cuando menos el general Obregón llegó a la presidencia después de unas elecciones –comenté de la manera más tonta.
Él cerró el tomo de un fuerte golpe que me hizo saltar y me miró por un instante con unos ojos que hasta ese momento no le había visto: ojos fieros, de absoluta indignación. Pero en seguida recuperó la calma y el dominio sobre sí mismo.
–Elecciones. Sí. Al más puro estilo porfirista. Con dedazo, con todo resuelto de antemano. Sin un contrincante que le hiciera contrapeso. Una elección producto del crimen y la tranza. De la Huerta le dejó la silla a Obregón y éste se la dejará al mismo De la Huerta o a Pablo González o a Elías Calles. Eso si a Álvaro no se le ocurre cambiar la Constitución, esa que redactamos y discutimos y votamos en Querétaro apenas hace tres años y que tan rápido se ha convertido en un documento sin valor, sin importancia, en un libro vacío.
Don Emiliano se me acercó y me palmeó un hombro con actitud paternal y afectuosa.
–Si en 1906 creía que el cambio era posible y que podríamos tener un país más justo y más moderno, más próspero y democrático, hoy, tres lustros después, siento como si todo lo que hice, por todo lo que luché y me entregué hasta el punto de casi perder la vida, hubiera sido en vano”.
*Fragmento de mi novela Emiliano (Ediciones Beso Francés, 2017) de reciente aparición.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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