Por la mañana de ayer, desayuno en la casa de mi querida Irma Larios, con su esposo Mario y mi no menos querido Adolfo Cantú. Es el desayuno anual entre Irma, Adolfo y yo que esta vez se trasladó a la colonia Condesa. Todo muy grato y divertido, sabroso por la comida y por la charla que se volvió polémica entre Bo y Mario al abordar cuestiones políticas y culturales. Todo en plan amistoso y entrañable. Espero que se repita el año próximo.
Por la noche de hoy, incursión en el bar Debarbas de la Nápoles, con Talía y nuestra mejor amiga mutua, para platicar, convivir, tomar cerveza y escuchar a mis queridos amigos del dueto Faralae, quienes tuvieron a un muy buen guitarrista invitado. Velada espléndida y relajada, de esas noches tranquilas en las que todo marcha bien. Estuvimos ahí un par de horas y cada quién tomó para su casa, pero surgieron algunos planes con Talía para mi nueva novela.
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