Fiesta familiar (más bien reunión tranquila), ayer, en la casa de Myrna y los suyos, en Tepepan. ¿Los motivos? Dos: los cumpleaños de mi mamá (cumplió 95 años el 10 de enero) y de mi amado hijo Jan (cumplió 30 años el 30 del mismo mes pasado). Todo muy bien, muy grato, alegre y tranquilo. Estuvimos mi mamá, Myrna, Jorge, Leyla, Axel, Ivette, Carlos, Alain, Hally, Liza, Jan y yo. Lindo domingo familiar.
Hoy fue más bien un día melancólico. Luego de cinco meses y dos días (155 días exactos) de estar viviendo en mi depto, ella optó por irse. Era lo que habíamos convenido desde que me solicitó asilo a principios de septiembre pasado y era algo que tenía que pasar, pero me habitué tanto a su presencia, a su estar aquí, a las charlas, a las cenas y desayunos, a trabajar y ver series juntos, incluso a los bruscos subeibajas de su carácter -que de pronto hicieron que el espíritu de Humberto Gazca reviviera en mí-... Pero bueno, su estancia tenía un límite temporal (de hecho, se alargó un mes más de lo convenido en un principio) y aun cuando coincido con ella en que es lo mejor para ambos y que nuestra amistad sigue incólume (y mucho más profunda que hace cinco meses), la verdad es que la voy a extrañar y no me hubiera disgustado que siguiera aquí por más tiempo. La quiero muchísimo. Ni hablar.
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