sábado, 18 de febrero de 2017

La imposible unidad nacional

Era uno de los dogmas más preclaros en la época del priismo absoluto (la famosa dictadura perfecta que decía Mario Vargas Llosa). Lo repetían presidentes de la república, gobernadores, senadores, diputados, alcaldes y dirigentes del todopoderoso partidazo: la unidad nacional. Un dogma que se quería imponer a base de palabrería y demagogia, una utopía (¿o distopía?) que, según indica nuestra historia, jamás habrá de lograrse.
  Aquel viejo lema que ya parecía rancio y anticuado ha sido rescatado en días recientes, como una manera de enfrentar entre todos el enorme peligro que representan los delirios esperpénticos de Donald Trump. Sin embargo, de nueva cuenta quedó demostrado que la unidad entre los mexicanos resulta prácticamente imposible, incluso con el hombre naranja blandiendo el gran garrote en nuestras narices.
  ¿Cómo pretender dicha unidad si desde que México se inauguró como nación independiente, en 1821, siempre ha sido un país dividido y en abierta o potencial guerra civil? El siglo XIX fue el de la lucha fratricida y feroz entre liberales y conservadores. El encono resultó aún mayor en la etapa revolucionaria (la famosa bola) que va de 1910 a 1936, es decir, del estallido maderista hasta la expulsión de Plutarco Elías Calles por el presidente Lázaro Cárdenas. Vendrían los largos años de la pax priista, en los que la unidad nacional fue exigencia para mantener una forzada calma fundamentada en el presidencialismo omnímodo y controlador de las masas, más un poco de represión selectiva que se les fue de las manos en 1958, 1968 y 1971.
  A partir de 1994, el divisionismo comenzó a crecer hasta alcanzar grandes proporciones en 2006 y 2012. Los más recientes cuatro o cinco años muestran a una sociedad mexicana fracturada, en la que los odios abiertos surgen todo el tiempo e incluso son fomentados por algunos actores políticos.
  Así que, ¿unidad nacional? ¿Hoy día? Imposible sueño guajiro. Si Trump cumple sus amenazas, nos agarrará más divididos que nunca.
  Pero pos así somos.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

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