domingo, 22 de octubre de 2017

2018: ¿la ultraderecha al poder?

La amenaza de que la ultraderecha gane las elecciones presidenciales del año próximo es en estos momentos algo no sólo posible, sino muy probable.
  Un proyecto retrógrada y ultramontano que aboga por la regresión, por negar la modernidad, la democracia y la libertad de expresión podría llegar al poder e instaurar un gobierno intolerante, autoritario y hasta represivo. Hablo de un esquema de dominación que no sólo busca volver a tiempos que ya creíamos superados, en los que el mandato de un solo hombre imponía su voluntad omnímoda y sus caprichos muchas veces delirantes y destructivos, sino además de un propósito de acabar con varios de los logros que con demasiadas dificultades y a paso lento hemos conseguido como sociedad de 1997 a la fecha.
  Por un lado, conquistas civiles más o menos recientes como el derecho al matrimonio igualitario, el reconocimiento de la identidad de género y la despenalización del aborto o garantías individuales como la libertad de opinión y la libertad de prensa podrían estar en riesgo con la ascensión de un régimen autocrático y despótico, encabezado por un líder iluminado y maniqueo que no cree en el diálogo, en el debate y mucho menos en la libertad de disentir.
  En un mundo en el que términos como izquierda y derecha se han vuelto tan equívocos y relativos, esta propuesta reaccionaria no vendría necesariamente de los tradicionales sectores de la derecha mexicana, sino de un grupo que a lo largo de los años más recientes ha mostrado su vocación por la consigna lapidaria, el dogma atraviliario y la división sin matices de nuestra sociedad en dos bandos: los buenos (ellos) y los malos (quienes no simpatizan con ellos).
  He ahí el mayor peligro: que bajo el disfraz de oveja progresista se oculte en realidad el de un lobo ultra regresivo a la espera de la revancha y de imponer una visión enloquecida y cuasi religiosa de su verdad absoluta. Una verdad totalitaria que considera a la democracia como un obstáculo para sus designios mesiánicos.
  ¿Política ficción? Por desgracia, no.

(Mi columna "Cámara húngara" de ayer sábado, publicada en Milenio Diario)

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