Tan sólo dos años después de un disco debut poco consistente y poco original, Blur regresó para demostrar que ahí estaba, con un estilo propio que ya nada tenía que ver con sus iniciales tentaciones stonerosianas.
Modern Life Is Rubbish (1993) es, por donde se le escuche, un gran trabajo. Aunque sigue habiendo influencias (pero esta vez de los Beatles, los Kinks y David Bowie), el álbum resulta mucho más singular y refleja lo que ya era el cuarteto. La voz de Damon Albarn reluce a plenitud, a pesar de uno que otro desafine, mientras canta letras satíricas muy en la vena de su admirado -y casi mentor- Ray Davies. La guitarra de Graham Coxon destaca a cada momento y enseña su creatividad y su gran calidad interpretativa, mientras que la sección rítmica se muestra sólida, contundente, perfecta.
En cuanto a la producción, hay aquí un estupendo y en ocasiones extraño, “sucio” y sorprendente uso de los efectos de sonido y de las posibilidades del estudio. Por ello destacan sobremanera cortes como “For Tomorrow”, “Sunday Sunday”, “Chemical World”, la punkiana “Advert” y la muy Syd Barrett y XTC “Pressure on Julian”.
El disco fundador del sonido de Blur.
(Reseña que iba a ser publicada en el Especial de La Mosca en la Pared dedicado a Blur y que aparecería en abril de 2008).
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