Me quiere, no me quiere... Me quiere no me quiere... Así debe haber estado Margarita Zavala en su difícil relación con Ricardo Anaya, poco antes de renunciar al Partido de Acción Nacional y lanzarse (¿arrojarse sería más preciso?) a la incierta correría que significa la candidatura independiente para la presidencia de la república.
¿Qué implica, qué significa, cuáles son las repercusiones que tendrá en el entramado nacional la defección de está experimentada política que ha abandonado a su querido PAN? Es muy difícil decirlo todavía. Sin embargo, verdad de perogrullo, de que habrá efectos, los habrá sin duda.
Por lo pronto, el hecho golpea la línea de flotación del cada vez más incierto Frente Ciudadano por Anay..., quiero decir, por México, el cual se verá afectado por los pocos o muchos simpatizantes que jale Zavala a su trinchera.
También habrá de afectar al sector de los independientes, quienes son cada vez más (aunque se irán haciendo cada vez menos) y dividirán sus votos casi hasta pulverizarlos. A menos que uno de ellos de veras destaque y el tan mencionado rechazo popular a los partidos políticos se convierta en algo concreto. ¿Podría ser Margarita esa candidata que jale la mayor parte del sufragio independiente? A saber.
Por supuesto que su renuncia golpeará al PAN, más de lo que sus dirigentes se han encargado de golpearlo.
En cuanto a Morena y el PRI, se dice que son los dos beneficiarios de la deserción de Zavala a las filas blanquiazules. No me parece tan claro. Por lo pronto, ya López Obrador mostró su cobre misógino y machista al referirse a ella como “la esposa de Calderón” y no dudo que la siga atacando por ese lado, lo cual puede restarle simpatías... al propio Peje.
El PRI se beneficia de la división en el PAN y podría ser el ganón en este affaire, si finalmente el dedo presidencial decide destapar a José Antonio Meade, hoy mismo su mejor y más competitiva carta y alguien cercano a la propia señora Zavala, con quien podría negociar políticamente.
Aún queda tiempo para deshojar más la margarita.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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