sábado, 6 de julio de 2013

¡Ah!, que hay elecciones, ¿verdad?

Después del tormentoso maremágnum electoral de hace un año, como que las elecciones de mañana domingo en catorce o quince entidades del país han pasado prácticamente inadvertidas para más de la mitad del país. ¿O usted está muy preocupado por ello? Si no es bajacaliforniano, poblano, coahuilense, oaxaqueño, zacatecano, hidalguense, veracruzano, sinaloense, tlaxcalteca, chihuahuense, hidrocálido, duranguense, quintanarroense o tamaulipeco, lo más seguro es que estará más al pendiente del muy posible ridículo que haga el equipo de todos frente a Panamá en la Copa de Oro que de las mapacherías, ratones locos y demás folclóricas artimañas que puedan darse durante los comicios estatales.
  No quiero decir que no se trate de algo importante, ya que se juegan una gubernatura, 921 alcaldías y 441 diputaciones, lo cual no es poca cosa. Además, en algunos puntos las cosas están demasiado tensas y amenazan con desbordarse. Pero seamos sinceros: ¿se encuentra la nación en vilo como en julio de 2012 o, peor aún, de 2006? Pues no. Tal vez Gustavo Madero ande todo alborotado y lleno de angustia por lo que personalmente se juega: su futuro como presidente del PAN. Fuera de él y de los aspirantes a los 1363 puestos que están en juego, muy pocos van a estar mordiéndose las uñas por los resultados finales. Quizá desde el gobierno federal estarán deseando que las cosas salgan bien en Baja California, a fin de que el Pacto por México no se vea afectado y las reformas energética y hacendaria puedan transitar de buena manera durante el siguiente periodo de sesiones del poder legislativo. Ahí sí que hay una fuerte apuesta y un desafío grande (imaginarse aquí las infinitas marchas que se nos vienen encima, especialmente a los habitantes del DF, con esa bonita modalidad tan en boga de “péguele al policía”).
  En fin, el hecho es que este fin de semana hay elecciones y que también juega el tricolor B en la desabridísima Copa de Oro. ¿Qué será más emocionante, qué será más aburrido? ¡Hagan sus apuestas, señores! (si es que no se quedan dormidos).

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