martes, 23 de julio de 2013

El blues insólito de David Lynch

Angelo Badalamenti es el músico de cabecera de David Lynch y quien ha musicalizado la mayor parte de sus películas. No obstante, siempre lo ha hecho bajo las directrices del propio Lynch y los gustos de éste por la llamada música de raíces (roots music), muy especialmente el folk, y, sobre todo, el blues.
  En 2011, el realizador de Wild at Heart y Mulholland Drive sorprendió de alguna manera al mundo con la realización de su primer álbum como solista. Fue una sorpresa porque muchos tenían catalogado a Lynch únicamente como director cinematográfico y desconocían sus habilidades como músico. Crazy Clown Time se llamó aquel disco que hoy da paso al segundo larga duración del cineasta: The Big Dream (Sacred Bones).
  No estamos sin embargo ante un álbum de blues en sentido estricto. Lynch ha tomado las bases del género para filtrarlas a través de los recursos que da el estudio de grabación y transformar a sus composiciones en algo que podríamos denominar como blues futurista. Instrumentos procesados, guitarras con reverb, cajas de ritmos y otros elementos fueron empleados para crear atmósferas oscuras, pasajes inquietantes, texturas desconcertantes: algo así como el equivalente en música de los filmes del realizador.
  De igual manera, dado que resulta claro que a sus sesenta y siete años Lynch no posee una gran voz, ésta fue trabajada en los micrófonos por medio de auto tune, vocoder, ecos y otros efectos.
  Antecedentes de un disco como The Big Dream sólo los encuentro en algunos álbumes de R.L. Burnside o en el tema “Pablo’s Blues” del grupo belga Gare du Nord. Esa mezcla de blues con electrónica, pero con énfasis en el género primigenio está presente todo el tiempo en temas extraordinarios como “Cold Wind Blowin’”, la homónima “The Big Dream”, el cover de “The Ballad of Hollis Brown” de Bob Dylan, “Sun Can’t Be Seen No More” y la final y espléndida “Are You Sure”.
  Más que una mera curiosidad, The Big Dream de David Lynch es una obra estupenda, un disco que en verdad vale la pena, una experiencia tan turbadora y escalofriante como las películas del estadounidense.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario).

No hay comentarios.: