sábado, 19 de diciembre de 2015

Adiós, DF, adiós

Paradojas de la vida política. Durante largos años, el gran crítico de la lengua (y de la estupidez humana) que fue Raúl Prieto Río de la Loza, mejor conocido por su sobrenombre de Nikito Nipongo, insistió en que llamar Ciudad de México a la capital de la república era un despropósito, ya que el nombre legal de la misma era Distrito Federal.
  No sé qué diría don Raúl ahora que, con la reforma aprobada esta semana en la Cámara de Senadores, la entidad ha dejado de ser el DF para llamarse, ahora sí oficialmente, Ciudad de México, apelativo sin duda más bonito pero que me deja con la gran duda ontológica y existencial de cuál demonios será a partir de hoy el gentilicio con el que se nos conocerá a los aquí nacidos (aunque, bueno, yo soy tlalpeño). De manera un tanto forzada se nos decía defeños. Pero, ¿y ahora? Si el nombre del flamante estado 32 es Ciudad de México (¿un estado en cuya denominación va la palabra ciudad? Por fin: ¿estado o ciudad?), ¿seremos ciudademexicanos, mexicanosurbanos, mecsicocitienses o qué carambas?
  Mexicanos no se nos puede nombrar, porque mexicano es todo aquel nacido dentro del territorio nacional (aquí nomás, revelando obviedades). Mexiquenses (fea palabreja con tufo priista) menos, porque ese ya lo tienen los originarios del Estado de México. Con mala voluntad provinciana, habrá quienes quieran decirnos mexinacos, pero eso ya será fruto de esa clase de rencores que hace no muchos ayeres hacía exclamar a algunos aquella frase de “haz Patria, mata a un chilango”.
  No he leído la nueva ley y no sé si se ocupa de este tema, pero es algo que debería preocupar a los legisladores, a fin de no dejarnos huérfanos de gentilicio.
  Por cierto que con esta nueva reforma, que sigue poniendo a Miguel Ángel Mancera en el candelero (sobre todo en vistas al 2018), me acordé de mis años de militancia en el Partido Mexicano de los Trabajadores, en la segunda mitad de la década de los setenta. Una de las metas del programa del partido era luchar por convertir al DF en la entidad federativa 32, con el apelativo de Estado del Valle de México. Vaya cosa esta de los nombrecitos.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

1 comentario:

Carlos Herrera dijo...

Tal vez a partir de ahora nuestro gentilicio se asocie a un disco común y la gente comience a decir "ahí viene un CD"...¿No?...Ü