sábado, 12 de diciembre de 2015

El péndulo antibolivariano

La vieja teoría del péndulo –que a lo largo de la historia de Iberoamérica se ha manifestado una y otra vez– vuelve a hacerse presente. De extraña manera, los regímenes políticos de los países del continente, pero sobre todo los de Sudamérica, suelen coincidir pendularmente en las tendencias políticas de sus gobiernos: unas veces se inclinan todos hacia la derecha y luego cambian de rumbo hacia la izquierda.
  Un ejemplo claro es el de las dictaduras militares de los años setenta que sumieron a la región en la oscuridad de los Pinochet, los Videla y demás milicos (como se llamaba a aquellos generalotes cerriles y genocidas). En esos días, Chile, Argentina, Paraguay, Brasil, Perú y Uruguay padecían la bota militar, alegremente patrocinada por el inefable canciller estadounidense Henry Kissinger.
  Hasta hace poco, el péndulo se había inclinado hacia la izquierda –una izquierda bastante sui generis que se regía bajo el mote de socialismo bolivariano–, cuyo principal ideólogo era alguien tan poco presentable como el finado Hugo Chávez (también militarote, por cierto). De ese modo, tan peculiar izquierdismo se enseñoreó en Venezuela, Brasil, Ecuador, Argentina, Uruguay, Bolivia y, con ciertas diferencias, en Chile y Perú. Todos ellos con el apoyo del régimen castrista en Cuba.
  Pues de pronto resulta que el famoso péndulo ha empezado a moverse de nuevo, en sentido contrario, y ello se refleja en el triunfo presidencial de Mauricio Macri en tierras argentinas y en la victoria de la oposición en la mismísima Venezuela del chavismo “bolivariano”. Algunos expertos pronostican que el siguiente paso será el rechazo en las urnas a la nueva reelección de Evo Morales en Bolivia.
  Si a todo esto agregamos los problemas de Dilma Rouseff en Brasil y los acercamientos de Raúl Castro con los Estados Unidos, la tendencia pendular iberoamericana parece dirigirse hacia la socialdemocracia.
  En México deberíamos poner nuestras barbas a remojar, sobre todo en vista a las elecciones del 2018. No vaya a ser que resultemos más bolivaristas que los bolivarianos y elijamos a un émulo de Nicolás Maduro.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

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