Casi una semana ha pasado desde que se llevó a cabo el primer debate entre los cinco candidatos a la presidencia de la República. Como era previsible, los seguidores más aferrados de cada uno de ellos dio como ganador a su favorito. Pero como dicen por ahí, los debates no dan ganadores sino perdedores y aunque no veo a un derrotado definitivo, sí creo que algunos perdieron más que otros.
José Antonio Meade perdió un poco por su participación un tanto gris, a pesar de ser quién dio algunas propuestas sólidas y fundamentadas. Su personalidad, más ligada a la tecnocracia que a la política, sigue jugando en su contra.
Margarita Zavala también perdió un poco, por su nerviosismo y su atropellada dicción que de pronto hacía que no se entendiera lo que quería decir. Creo que sus énfasis oratorios fueron excesivos y sobreactuados en algunos momentos.
Andrés Manuel López Obrador fue el que más perdió. No entre sus seguidores, no entre su voto duro que le perdona y le justifica todo, pero sí entre el electorado indeciso, aquel que aún no sabe por quién votar. Pienso que su actitud hosca y apática, su silencio ante los cuestionamientos directos, su desdén y su soberbia ante el propio debate, así como su terrible lenguaje corporal (no olvidemos que en política la forma es fondo), no lo favorecieron en absoluto.
Desde mi punto de vista, quienes menos perdieron y hasta se puede decir que ganaron fueron Ricardo Anaya y Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”. Este último, porque prácticamente partía de cero y sus locas ocurrencias y su peculiar humorismo seguro le atrajeron simpatías.
Anaya fue el más articulado, el que mejor se preparó, quien polemizó con más brillantez y quien supo capotear con más habilidad los ataques. No me extrañaría ver que en las próximas encuestas ocupe ya un definitivo y promisorio segundo lugar, con tendencia a seguir subiendo.
Dicen que los debates no sirven para sumar puntos, pero creo que los dos que siguen pueden determinar muchas cosas. Por lo pronto, gracias al del pasado domingo, ya no hay un solo contendiente.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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