Para los seguidores más aferrados de A Perfect Circle, su nuevo álbum, Eat the Elephant (BMG, 2018), puede resultar casi como un caso de alta traición. Pitchfork lo ha definido incluso como un disco de “adulto contemporáneo alternativo” que viniendo de esa revista es lo más parecido a un insulto. Y sin embargo...
Es cierto que este nuevo trabajo de la mancuerna creativa formada por Maynard James Keenan y Billy Howerdel resulta notoriamente distinto a sus anteriores trabajos como A Perfect Circle, los estupendos Mer de Noms (2000) y Thirteenth Step (2003), así como su peculiar álbum de covers eMOTIVe (2004), ello para no hablar de su extraordinaria obra discográfica con Tool.
Catorce años después de su última grabación, el círculo perfecto regresa con este Eat the Elephant tan inesperado como desconcertante. Desconcertante porque su música poco tiene que ver con el sonido proto metalero de sus dos primeros opus. Esta vez, el grupo apuesta por un sonido más accesible, no precisamente más pop pero sí más melodioso y menos duro, con letras altamente críticas ante la actual realidad del mundo y de la sociedad, una sociedad muy distinta a la de 2004, cuando aún no estaba a la vista la preeminencia de la tecnología de bolsillo, de las fake news o de las desconfiables aunque necesarias redes sociales. En este virtual disco de protesta, las letras de Keenan hablan de la enajenación, de la corrupción, de la guerra, del culto a la selfie y de los cuerpos de plástico, todo ello envuelto en una música que si bien es accesible para cualquier escucha –y en ese sentido podría volverse masiva y dejar de ser para un pequeño grupo de iniciados–, también resulta compleja, gracias a la creación de atractivas atmósferas que nos seducen o nos mueven hacia los terrenos de la épica.
De ese modo, desde la inicial y homónima “Eat the Elephant” nos vemos envueltos por un ambiente hipnótico y melancólico, mientras la voz de Keenan nos conmueve con irresistible dulzura. Luego vendrán maravillas como “Disillusioned” (glorioso canto contra la sobrevaloración de la tecnología moderna con ecos de Depeche Mode) y “The Doomed” (un himno sardónico en lo que todo es dicho a contrario sensu, mientras la música nos remite un tanto al viejo Tool). Otras altas cumbres del disco son la cuasi popera y hasta divertida “So Long, and Thanks for All the Fish”, la fantástica “Talk Talk” (con ecos de King Crimson), la solemnemente hermosa “By and Down the River”, la ominosa y proto industrial “Hourglass”, la elegante (e inquietante) “The Contrarian” y la concluyente y acompasada (¿es trip-hop?) “Get the Lead Out”.
Keenan y Howerdel tardaron varios años en confeccionar este álbum y la paciente elaboración valió la pena. Fácil habría sido mirar al pasado y repetir fórmulas. Lejos de eso, Eat the Elephant nos presenta a un nuevo A Perfect Circle. ¿Mejor? ¿Peor? ¿Tan sólo diferente? Que cada escucha lo decida por sí mismo.
(Texto que me publicó el día de hoy la sección "Un triste domingo" de la revista Siempre!)
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