martes, 17 de abril de 2018

Nach, ese hambriento

Editorial Planeta puso en circulación hace unos meses el poemario Hambriento, escrito por Ignacio Fomés Olmo, mejor conocido como Nach. Los lectores se preguntarán qué tiene que ver un poemario con una columna dedicada a hablar de música, en lugar de aparecer en la gustada sección de cultura de Milenio o en el siempre espléndido suplemento cultural Laberinto. Y se preguntarán también algunos quién demonios es ese tal Nach.
  La respuesta resulta sencilla: Nach es poeta (o poeto, dirían algunas feministas radicales), pero también uno de los principales exponentes del hip-hop que se hace en España. Nacido en Albacete, en 1974, ha grabado ocho discos, entre los que destacan En la brevedad de los días (2000), Poesía difusa (2003), Un día en Suburbia (2008), A través de mí (2015) y el reciente Grande (2018). Se dio a conocer inicialmente como Nach Scratch y desde un principio se distinguió precisamente por la vena poética de sus letras. No era ese hip-hop callejero, mal hablado y mal rimado, sino uno más refinado y, perdonen ustedes la expresión, más culto.
  Hambriento no es una recopilación de sus letras, sino un poemario en toda forma, con poemas llenos de una inteligencia y una sensibilidad que sorprenden, aunque de pronto hay también cierta ingenuidad y simpleza.
  “El dolor por un amor no correspondido / es la espera de nadie / es dirigirte hacia la nada / es una ciudad desierta, un reloj cansado / es ofrecerle todo tu ser a una pared”, dice en “¿Cómo funciona el dolor?”, mientras que en “Volviendo a casa” escribe: “He vuelto a casa, / dispuesto a descansar mis derrotas / y a recordar los placeres que fui. / He regresado con la necesidad / que tiene un objeto perdido / de reencontrar a su dueño. / Aquí estoy, / entrando por una puerta / que es un pulmón. / Sintiendo cómo las paredes me miran / con sus cuadros doblados, / viendo que todos mis relojes / se han detenido en la misma ausencia”.
  Buen libro el de este poeta, actor, sociólogo y rapero español de 44 años. Un trabajo grato y recomendable, más allá del “jei...jó...” del hip-hop.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

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