Un disco impresionante. Después de varios años, Sonic Youth retomó con este trabajo el estilo experimental de sus inicios, pero con una mayor musicalidad y un mucho mayor sentido armónico. Luego de grabar un álbum tan bueno como el Washing Machine de 1995, el cuarteto superó cualquier expectativa y A Thousand Leaves (1998) se convirtió en un referente para su carrera toda. Con composiciones mucho más largas, pausadas y hasta cerebrales, la agrupación hizo a un lado el sentido metagrungero de platos anteriores y se metió de lleno al feedback y al noise tan preciado para sus integrantes. De ahí maravillas como la soberbia “Sunday”, la sacudidora “Female Mechanic Now on Duty”, la preciosa y neilyounguiana (tanto en lo melódico como en lo ruidoso) “Wild Flower Soul”, la delicada “French Tickler”, la minimalista “Hits of Sunshine (For Allen Ginsberg)” –con su prolongada improvisación estilo jam sesentero–, la sorprendente e indefinible “Karen Koltrane”, la protohinduista y realmente celestial “Snare, Girl” y esa joya deliciosamentre fragmentada que es “Heather Angel”.
Un álbum cálido, hipnotizante, un largo viaje por ambientes y territorios sonoros que sólo Sonic Youth es capaz de construir y deconstruir.
((Reseña que escribí originalmente para el Especial de La Mosca en la Pared No. 39, publicado en abril de 2007 y dedicado a Sonic Youth)
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