Me doy cuenta de que mucho del público que sigue al rock hecho en México y la gran mayoría de los músicos que lo interpretan son fans fatales de Andrés Manuel López Obrador, sin importarles que su propuesta represente un regreso a los tiempos en que el PRI era el partido absolutista y omnipotente que todo lo controlaba y el presidente de la república el jefe máximo sin cuya voluntad en el país no se movía una hoja. Esos tiempo en los que en México el rock estaba prácticamente proscrito.
Hace unos días me topé con un artículo que escribí para El Financiero en septiembre de 1996, hace 22 años, y del cual quiero compartir un fragmento. Quizá su lectura explique algo de la posición de los actuales roqueros obradoristas:
“Quien esto escribe estuvo en la tocada de Jaguares del pasado viernes 13, en el Auditorio Nacional y pudo atestiguar que la gente venera a Saúl Hernández de una manera que rebasa la razón y penetra en campos reservados a la fe piadosa. Una palabra, un gesto, cualquier actitud del cantante produce una reacción inmediata de la masa. Si Alejandro Lora sabe manejar al público mediante palabras altisonantes o su sempiterna vociferación ‘¡Que viva el rocanrol!’, Hernández emplea un lenguaje mesiánico y cuasi sacerdotal, con referencias místico-indigenistas que actúan de manera extraña en la mente de sus fanáticos, dispuestos a absorber acrítica y ciegamente un dogma confuso y metafórico. Por eso, cuando el líder de los Jaguares dice algo así como ‘estamos otra vez aquí para seguir haciendo la historia del rock en México’, el rugido de la audiencia es un clamor aprobatorio que no cuestiona ni por asomo la evidente y pretenciosa exageración de la frase. E igual acepta al desafortunado grupo de danzantes autóctonos que abrió el espectáculo, en un lamentable intento coreográfico. Lejos de sentir pena ajena por los pobres compas, la gente rugió su típico y autocompensatorio grito de ‘¡Mé-xi-co, Mé-xi-co!’.
Llámenme exagerado pero, ¿acaso en el subconsciente de muchos AMLO es como un nuevo Saúl Hernández? Es pregunta.
(Publicado el día de hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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