Para algunos críticos e historiadores, “Enter Sandman” no sólo es la composición que rescató la carrera de Metallica sino que es también el tema que vino a cambiar la dirección que había tomado el metal durante la década de los ochenta. Dada a conocer en el álbum Metallica de 1991, es decir en el primer año de los noventa, “Enter Sandman” reflejó lo que estaba sucediendo de manera todavía subterránea en el rock anglosajón, muy especialmente en el de los Estados Unidos. Muy al norte de la soleada California de Hetfield, Ulrich y Hammett (los compositores de la canción), en la misma costa del Pacífico, pero en el lluvioso y frío estado de Washington y concretamente en la ciudad de Seattle, un movimiento comenzaba a surgir desde los sótanos de la música con agrupaciones como Nirvana, Soundgarden, Mother Love Bone, Tad y otros. Pronto se le conocería como grunge (gruñido) y tenía como principal característica el retorno a las bases fundamentales del rock como género eminentemente duro, agresivo, anticomplaciente y, sobre todo, sencillo. Nada que ver con las florituras espectaculares y el culto al virtuosismo (tendencia que lo acercaba al rock progresivo) en que había caído el heavy metal ochentero, con sus conciertos multitudinarios y llenos de efectos especiales que privilegiaban la forma sobre el contenido. El grunge, al igual que el punk de fines de los setenta, apostaba por regresar a las raíces, a lo esencial, a las armonías simples, a los ritmos secos y precisos, a las guitarras austeras de acordes contundentes, al canto angustiado e inconforme cuyos orígenes provenían del blues rural de principios del siglo veinte.
Era claro que los vientos soplaban en una nueva dirección y los integrantes de Metallica parecieron entenderlo así. Tres años atrás habían producido …And Justice for All, sin duda su disco más intrincado, con composiciones de estructura complicadísima, algo que en 1991 sonaba ya absolutamente fuera de tiempo y de contexto. Frente a la disyuntiva de seguir por el camino de un thrash polisinfónico y prácticamente imposible de reproducir en el escenario o virar hacia los senderos que abrían los llamados músicos alternativos, el cuarteto optó por esto último.
“Enter Sandman” fue dada a conocer tan sólo tres meses antes de que en el aire irrumpiera ese himno noventero que fue “Smells Like Teen Spirit” de Nirvana. Y aunque este tema logró una mucho mayor resonancia, ayudó a que la canción de Metallica se difundiera también de manera muy amplia. Producida por Bob Rock, “Enter Sandman” conservaba el estilo y el espíritu metalero, pero admitía elementos directos e indirectos del naciente grunge, como el hecho de su duración apenas superior a los cinco minutos, su estructura armónica básica, su rítmica medida y constante y un gran sentido melódico. Era rock duro, pesado, pero alejado sin duda del thrash que el propio Metallica había llevado hasta sus últimos y tal vez exagerados límites.
A decir del crítico inglés Ben Myers, el gancho de “Enter Sandman” se encuentra en el riff de la guitarra de Kirk Hammett, “hecho a la medida para que el fan lo tocara o pretendiera hacerto frente al espejo de su recámara”. Y el propio Myers añade con sorna: “Fue la canción que inventó a Beavis & Butthead”. “Enter Sandman”, en efecto, parece inseparable del movimiento de cabezas que pronto impondrían los llamados headbangers.
Resulta comprensible que muchos de los viejos seguidores de Metallica se hayan escandalizado con las concesiones comerciales que brindaba la música de “Enter Sandman” (y de prácticamente todos los cortes del álbum negro). Quizá por eso la letra de la canción habla de seres fantásticos (el Sandman es el equivalente a nuestro Juan Pestañas) y de toda la imaginería de las historias de miedo a la que tan afectos eran y siguen siendo muchos amantes del género del metal. De ahí frases como “Duerme con un ojo abierto / abrazando tu almohada con fuerza” que tan amenazadoras suenen en la voz de James Hetfield.
“Enter Sandman” es una composición clave en la historia de Metallica, por todas las implicaciones que tuvo, para bien y para mal. Podrá cuestionarse su sentido comercial, su facilismo, su accesibilidad. Sin embargo, es una gran canción y nadie puede comprobar lo contrario.
(Reseña que escribí para el "Especial" de La Mosca en la Pared No. 2, dedicado a Metallica y publicado en agosto de 2003).
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