el Simpson No. 7, gracias al famosísimo tema musical que compuso para la peculiar serie.
¿Existirá algún habitante en este planeta que jamás haya escuchado el tema de Los Simpsons? Lo sé, la pregunta parte de una premisa falsa: seguramente en algunos rincones de Mauritania, Mongolia, las Islas Fiji y Corea del Norte no lo han oído; pero en el resto del mundo, pocas piezas musicales hay tan conocidas como la que ha presentado a esta familia amarilla en cada capítulo, a lo largo de veintitantos años.
El autor de esa breve e ingeniosa introducción que varias generaciones llevan incrustada en la memoria es hoy uno de los más connotados compositores de bandas sonoras de cine y televisión. A él se debe la música de la mayoría de las películas de Tim Burton –desde Pee Wee’s Big Adventure (1985) hasta Frankenweenie (2012), pasando por Batman (1989), Mars Attack (1996), Sleepy Hollow (1999) y Big Fish (2003), entre varias otras. Danny Elfman es su nombre. Pero así como muchos conocen y reconocen sus creaciones, muy pocos saben su historia y cómo fue que se inició en el arte filarmónico, hace exactamente cuarenta años, nada menos que como líder de un grupo de rock casi olvidado: el singular Oingo Boingo.
Daniel Robert Elfman nació en la polvosa ciudad de Amarillo, Texas, el 29 de mayo de 1953, hijo de la novelista Blossom Bernstein y del profesor Milton Elfman. La familia se mudó muy pronto a Los Ángeles, California, donde Daniel creció al lado de su hermano mayor Richard, quien se inclinaría por la realización cinematográfica. Ambos acudían muchísimo a los cines locales, pero por distintos intereses. Mientras Richard se fijaba en la manera como eran narradas las películas, Danny se sentía fascinado por las bandas sonoras de las mismas.
Ya en la preparatoria, este joven nerd fundó una banda de ska y dio sus primeros pasos como músico. Vino entonces un cambio radical en su vida, cuando a punto de entrar a la universidad, su hermano lo convenció de irse un tiempo a París. Fue a finales de los años sesenta y la experiencia resultó fundamental para ambos, ya que se enrolaron en Le Grand Magic Circus, una compañía de teatro musical experimental, en la que Danny tocaba el violín. De Francia decidieron trasladarse a África, para viajar por países como Ghana, Mali y Alto Volta, donde conocieron mucha de la música autóctona, hasta que Danny contrajo malaria y debieron regresar con urgencia a Los Ángeles.
Una vez recuperado, el joven aventurero ingresó al Instituto de Artes de California, mientras su hermano Richard fundaba un grupo de teatro musical semejante al que habían conocido en París y al que bautizó como The Mystic Knights of the Oingo Boingo. Danny no tardó en incorporarse a estos Caballeros Místicos y cuando en 1972 Richard Elfman filmó su primera película, Forbiden Zone, fue el propio Danny quien compuso el score de la misma. No sólo eso: ese mismo año redujo el nombre del grupo a Oingo Boingo y lo convirtió en una de las más exitosas bandas de new wave de los Estados Unidos.
Como líder, vocalista, compositor y multiinstrumentista, Danny Elfman logró que su combo grabara siete álbumes en estudio, entre los cuales habría que destacar maravillas como Only a Lad (1981), Nothin to Fear (1982) y el clásico Dead Man’s Party (1985). Su estilo musical tomaba prestados ritmos de corte africano y balinés, mientras que la presencia de su sección de metales le dio siempre un sello distintivo. En cuanto a sus presentaciones, éstas tenían mucho de espectacular y de teatral y a lo largo de los años setenta sus enloquecidos conciertos atraían multitudes en el área de Los Ángeles.
Oingo Boingo no grabaría su primer disco sino hasta principios de los ochenta y fue a lo largo de esa década del siglo pasado cuando la elástica agrupación (comenzó como trío y llegó a tener a ocho o más integrantes) consiguió su plena consagración, hasta separarse a mediados de los noventa, ya que Elfman tenía cada vez menos tiempo para la banda.
No sólo por su trabajo para Tim Burton. Cada vez eran más los productores y directores de cine y televisión que lo solicitaban para que musicalizara sus filmes y programas. Desde Sam Raimi hasta Ang Lee y desde Matt Groening hasta Guillermo del Toro, todos querían que trabajara con ellos.
Aún así, Danny Elfman, el pelirrojo y original compositor, se dio tiempo para atender a los viejos camaradas y en 1995 organizó un concierto de despedida para su grupo. El mismo quedó registrado en un disco doble y un DVD titulados Farewell. Es una buena oportunidad para disfrutar la música de Elfman y su Oingo Boingo…, además de seguir viendo a Los Simpsons.
(Texto publicado el día de ayer en la sección "El ángel exterminador" de Milenio Diario).
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