sábado, 20 de octubre de 2012

Michoacán no es Michigan

Una muy entrañable amiga me dijo una vez, por allá de 1994 o 1995, en pleno furor neozapatista del que ella, hermosa veinteañera, era fiel y apasionada fan fatal, que jamás estudiaría inglés y que prefería mil veces aprender tzotzil o tzeltal. Lo afirmó completamente convencida aunque, por supuesto, jamás se metió a tomar clases de lengua chiapaneca alguna. La volví a ver hace un par de años, ya más madurita y convertida en madre de una preciosa niña. Tal vez se había olvidado de aquel viejo propósito indigenista, porque me dijo muy quitada de la pena: “¿Qué crees? Estoy estudiando inglés”.
  La anécdota vino a mi mente al enterarme, con un azoro semejante al que me provocó mi amiga hace más de tres lustros, de que una de las razones principales por las cuales los estudiantes normalistas michoacanos están protestando –aparte de secuestrar y quemar autobuses– es, precisamente, porque no quieren que los obliguen a aprender inglés (y, de paso, tampoco computación). O sea, what the fuck?
  No sé si en lugar de lengua inglesa, los muchachos estén proponiendo estudiar purépecha o náhuatl antiguo y si en vez de computadoras prefieran volver al ábaco, pero no deja de sorprender que los supuestos progresistas mexicanos continúen en su afán de retroceso y su vocación por negarse a subir al carro de la historia (ahí están los izquierdosos que quieren regresar al nacionalismo revolucionario o los Yo Soy 132 y su pasión por el control stalinista de los medios).
  Esa idea infantiloide de que no debemos aprender “el idioma del imperio”, ya no la sostiene ni Hugo Chávez. Es como si los estudiantes de aquellas normales gritaran “¡Aquí es Michoacán y no Michigan!”, mientras le echan más gasolina al fuego en una entidad de por sí explosiva y en situación crítica.
  Entre la maestra Gordillo y su SNTE y los normalistas michoacanos y la CNTE, todos parecen empeñados en ver quién le da más en la madre al sistema educativo del país. Hasta ahora, ambas partes lo están logrando.
  Pobre México, tan lejos de la educación de excelencia y tan cerca de la más rampante estulticia.

(Publicado hoy en mi columna Cámara húngara de Milenio Diario).

1 comentario:

Moshe dijo...

Yo no veo contradicción señor Michel, a lo largo de la vida las personas cambia...digo: como usted lo ha dicho, de ser un marxista-leninista dogmático paso a ser un articulista de un diario tan objetivo y respetado como Milenio Diario...