Después de años de buscar esta, mi película favorita de todas cuantas protagonizó Pedro Infante (las otras dos que completan mi Top 3 son Los tres García, de 1946, y La oveja negra, de 1949, ambas dirigidas por Ismael Rodríguez), al fin pude conseguir en DVD original Escuela de vagabundos, quizás una de las mejores comedias de toda la historia del cine nacional, a la altura de dos obras maestras de Gilberto Martínez Solares: El rey del barrio (1949) y El ceniciento (1951), las dos estelarizadas por Germán Valdés Tin Tan (y añadiría El revoltoso, también de Martínez Solares, también con Tin Tan y también de 1951).
Con un elenco fabuloso, encabezado por Infante, pero complementado por grandes actores de cuadro como Óscar Pulido, Blanca de Castejón, Miroslava, Anabelle Gutiérrez, Eduardo Alcaraz, Óscar Ortiz de Pinedo, Fernando Casanova, Dolores Camarillo y Ramón Valdés, entre otros, Escuela de vagabundos fue realizada por Rogelio A. González en 1954 y presenta la vieja historia del extraño que es confundido con alguien que no es y que sigue la corriente para sacar provecho del asunto (tal vez fue Nicolas Gogol, con El inspector, quien planteó por primera vez esta idea).
La trama es muy conocida por el ochenta por ciento de los mexicanos que la hemos visto en televisión una y mil veces y más bien lo que me gustaría destacar son algunas escenas memorables, como la del personaje de Óscar Pulido (Don Miguel Valverde) cuando llega borracho a su casa de madrugada, en un taxi conducido por un chofer que se lo quiere transar (un muy joven Ramón Valdés), pero es rescatado por el vagabundo Alberto Medina (Pedro Infante), ya convertido en una mezcla de amo de llaves, velador y conductor, quien al tratar de meterlo a la mansión da pie a un divertidísimo duelo de actuaciones en el que don Óscar se luce maravillosamente (ver video). Otros que destacan son Óscar Ortiz de Pinedo (en un breve papel de potentado), la preciosa Anabelle Gutiérrez (como la hijita quinceañera de la familia Valverde; aunque con ese cuerpazo y esas piernas, es difícil creerle esa edad), el sufrido mayordomo Audifaz (Eduardo Alcaraz) y, sobre todo, la enorme Blanca de Castejón en el papel de Emilia, la totalmente zafada, olvidadiza y distraída pero enormemente noble y generosa esposa de don Miguel. Sus intervenciones, a pesar de que de pronto se sobreactúe, son en verdad geniales (¿cómo olvidar la memorable frase que les espeta a los invitados en una cena que organiza: "¡Qué bueno que vinieron; si no, ¿qué hubiera hecho con tanta comida?!").
No es una película perfecta, está llena de incongruencias y descuidos del director y los guionistas, pero son pecatta minuta que no impide el disfrute de la historia. De hecho, quizá sean esos elementos absurdos los que terminan por hacerla tan divertida.
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