viernes, 12 de octubre de 2012

Jimi Hendrix


¿Pertenecía Jimi Hendrix al planeta Tierra? Seguramente él mismo se sentía extraterrestre o cuando menos un ser dotado de poderes paranormales. Después de todo, era un fanático de la literatura de ficción científica (Borges dixit) y, por ende, podría haber creído firmemente en sus capacidades más allá de este mundo. Lo cierto es que como guitarrista en particular y como músico en general, Hendrix sí parecía un ente absolutamente por encima del promedio de los seres humanos. Su capacidad como autor, ejecutante y arreglista resultaba avanzadísima para su tiempo. Aun hoy día, al escuchar sus discos, uno no puede más que concluir que el tipo no sólo estaba varios pasos por delante de la música de su época (basicamente la segunda mitad de los sesenta), sino que lo sigue estando con respecto a la que se hace en la actualidad. A más de cuarenta años de su muerte, Jimi Hendrix continúa siendo un vanguardista. Nos encontramos frente a un creador musical en la misma línea revolucionaria de un Robert Johnson en el blues o un Miles Davis en el jazz. Su enorme aportación -desde que creó “Purple Haze” en 1966 (tema en el cual se resume gran parte de lo que sería el rock y varios de sus géneros a partir de entonces), hasta que grabó “Belly Button Window” en 1970 (durante su última incursión en un estudio)- cambió de manera radical las formas y los fondos del arte musical del siglo XX e influyó no sólo en el rock sino también en el jazz, el soul, el rhythm n’ blues, la electrónica y hasta la música culta. Es difícil saber qué tan consciente era Hendrix de su propia trascendencia. Me inclino a pensar que al menos no lo tenía tan claro como lo vemos hoy, con la perspectiva que nos da el tiempo transcurrido. Quizás haya sido lo mejor, porque de esa forma no perdió el piso –en una década tan proclive a los mesianismos- y pudo trabajar en lo suyo: la creación de nuevas coordenadas musicales y la experimentación con la guitarra eléctrica, a la cual llevó a dimensiones fantásticas con los escasos recursos técnológicos con que contaba. Muchos se siguen haciendo la pregunta de hasta dónde habría llegado Jimi Hendrix si no hubiera fallecido tan prematuramente (se fue a los veintisiete años de edad; hoy tendría sesenta y nueve). Es una interrogante imposible de responder, debido a su genio imprevisible y desbordado. No queda entonces más que consolarse con la escucha de su vasta obra discográfica (la mayor parte aparecida después de su muerte), pero sobre todo con la de sus tres primeros álbumes en estudio, discos que constituyen el lugar donde se encuentran concentrados todos los poderes extraterrenos de este músico sin par.

Prólogo que escribí para el No. 16 de los Especiales de La Mosca, en marzo de 2005. Lo actualicé en algunos puntos relacionados con el paso de los años.

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