domingo, 21 de octubre de 2012

Pulp Fiction

Luego de mucho  tiempo, volví a ver Pulp Fiction (1994), la delirante segunda película de Quentin Tarantino y fue como verla por primera vez. Me dieron ganas de revisarla luego de haber vuelto a ver Jackie Brown (le tercera cinta dirigida por el mismo realizador). ¿Cuál me gusta más de las dos? Difícil decirlo. Ambos son estupendas e igualmente enloquecidas, aunque difieren en su estructura. Mientras Jackie Brown narra una historia más o menos (dije más o menos) lineal, Pulp Fiction tiene más rompimientos, más historias paralelas y más juegos con el tiempo (de hecho cierra con la anécdota inicial, misma que ya habíamos olvidado debido a la riqueza de situaciones y personajes a los que estuvimos siguiendo a lo largo de casi dos horas; pero ese final ocurre, cronológicamente, antes de lo que vimos en toda la parte media del filme: me quito el sombrero). Uno no sabe cuál es su historia favorita, si la del par de simplísimos y jocosos matones interpretados por John Travolta y Samuel L. Jackson (cuyo personaje en Jackie Brown me parece aún más rico y disfrutable), la de la noche loca entre el propio Travolta y la sensual y disparada Uma Thurman (en el papel de la hoy ya legendaria Mia Wallace); la del boxeador que desafía a un negro mafioso y su noviecita inocentona (Bruce Willis y Maria de Madeiros) o la intervención de Mr. Wolf (el siempre estupendo Harvey Keitel) para limpiar la escena de un crimen por demás estúpido, debido a una pistola que se dispara accidentalmente cuando un carro pasa por un bache. El humor negro, negrísimo, campea a lo largo de Tiempos violentos (como se le bautizó en México)
  Hay escenas inolvidables: el concurso de twist; el restaurante atendido por meseros disfrazados de Buddy Holly, Marilyn Monroe y Ed Sullivan; la resurrección intempestiva de Mia luego de darse un pasón, al confundir la cocaína con la heroína; el genial diálogo entre Travolta y Jackson sobre cómo llaman a las hamburguesas en Francia (parece sacado de un capítulo de Seinfeld); la violentísima secuencia entre el boxeador y el mafioso capturados por un par de sádicos violadores y, por supuesto, el asalto al restaurante con que abre y cierra la película.
  La música es perfecta y los diálogos fabulosos, no se diga las actuaciones, la edición y la dirección. Pero aun con todo ello, me sigo quedando con Jackie Brown como mi cinta predilecta de Tarantino
  Habrá que seguir el ciclo tarantiniano, con algunas obras que ya he visto y otras que aún no.

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